viernes, agosto 06, 2004

EL DÍA QUE YA NO REGRESE

Bien decía mi abuela que “cuando sales no sabes si vas a regresar por lo tanto cuando salgas encomiéndate a Dios”. y que razón tiene la abuela, yo un día salí y si regrese pero no siendo el mismo no igual.
No soy de los que les gusta filtrear con las miradas de los que pasan en un ir y venir por las calles, mas bien me gusta mirar esas caras que no saben que las estas viendo, esas caras que manifiestan emociones de duda, de cansancio, de emoción y las guardo para cuando necesite decir algo de lo que me imagine que me dijeron en alguno que otro escrito.
Fue una de esas tantas veces que en el fondo de un café disfrutando de un momento de descanso es que la mire, tenia la mirada mas dispersa y vacía que hasta ese momento había yo visto, no se si fue que me que de extasiado en es dejo de melancolía que me deje llevar mas tiempo del necesario prendido a la emoción de su mirada, el caso es que me descubrieron en absorta contemplación y no se si el sonrojo que inmediatamente ilumino mis rostro fue el detonante para llamar de mas su atención y que lograra acercarte a mi mesa para tratar de entablar una conversación que derivo en un sin fin de empatias y tristezas encontradas; fue que descubrí lo bien que es oír una carcajada con brillo y una mirada ya con menos pesar que con el que llego. el tiempo paso de tan rápida manera que se nos olvidaron nuestras repetitivas obligaciones de diario y cuando ya la noche era mas que notoria no quedo mas que decirnos adiós, solo que note que cuando nos dábamos el apretón de manos que marcaba la despedida tu mano sujeto de manera un poco mas firme la mía y tu mirada me decía quédate conmigo pero mi estado de animo y vida de ese momento no estaba preparado para afrontar una situación de tan alta responsabilidad solo fue que mis labios murmuraron no puedo entonces me diste un tierno beso en los labios y sin mas nos dijimos adiós, pero sin promesas, ni mas datos que el de nuestros nombres.
Es cierto regrese a casa con la preocupación encima de mis familiares por mi repentina tardanza de una rutinaria llegada siempre a las 6 y que en esta ocasión el reloj ya marcaba las doce. y es cierto regrese pero no siendo el mismo que salió temprano esa mañana.
y es cuando me suenan las palabras de la abuela “encomiéndate cuando sales porque no sabes si regresaras” y la verdad es que esa tarde una parte de mi efectivamente ya no regreso, se quedo con tu mirar.

armando_vegha@hotmail.com