Recuerdo la emoción
que sentí, cuando presencié uno de los primeros videos virales de un show de
talentos que mostró ante el mundo dio una demostración televisiva, con un mucho
de suerte, un momento adecuado y medios necesarios, enseñando la receta correcta
para hacerse mundialmente famoso y explorar este método hasta el hartazgo.
El vendedor de
teléfonos móviles en una plaza comercial, Paul Potts, saltaba a la fama
cantando una famosa pieza de Puccini
Nessun dorma
¿y tú qué haces? le
preguntaron: yo solo quiero cantarles una canción, y comenzó una de las más
sentimentaloides y manipuladoras escenas, que marcarían un antes y un después
en la distribución masiva de este tipo de productos, diseñados para conmover al
espectador.
Desde el éxito de la
intimidad transmitida en vivo en la serie de gran hermano, un show de realismo
televisivo, donde el espectador es un intruso silenciosos de lo que sucede en
la vida de los demás. La fantasía de millones de mirones se ventiló como el deseo
oculto de una sociedad pútrida y además hipócrita, que es vulgar y barata, que
busca el entretenimiento más bajo, mientras esté, el espectador, permanezca en
la sombra y nadie sepa quién es o donde se encuentra.
Los patrocinadores
de dichos programas vieron una ventana de oportunidad y sus ansias de millones
de dólares fueron el motor que su insaciable ambición necesitaba.
Pero ese es el
problema de la suerte, cuando el burro toca la flauta todos quieren ser
partícipes de tal portento, pero cuando se entiende que el burro solo es eso y
nada más, la emoción se desvanece y la gente busca inmediatamente otro titular
que llame su atención. Y es que desde que los medios de información masiva
existen, siempre se ha buscando eso, la atención del consumidor, con el fin de
que una vez captada la atención, se le pueda vender lo que sea a ese ávido
consumista, que ni sabe lo que quiere, pero el vendedor sí que lo sabe, y está
dispuesto a ofrecerlo.
Me imagino las
reuniones ejecutivas que ocasionó el fenómeno Potts, donde esos buitres
carroñeros se frotaban las manos con una profunda y lesiva ambición, buscando por todos los medios manipular los
sentimientos del idiota televidente que quiere emociones fáciles y manipuladas.
y así fue cómo surgieron personas diseñadas para causar sorpresa e impacto por
su fealdad, obesidad, mediocridad, pero con un mediano talento que podría ser
explotado fácilmente.
Y así surgió un
desfile de el contrario, el opuesto, el antagonista de lo que la televisión
ofrecía hasta entonces, personas feas con un mediano talento que se acercaban
más a lo que es la imagen del aburrido televidente, un juego donde la
oportunidad estaba abierta a quien tuviera el talento, sin importar su
físico "tú puedes ser la próxima
estrella"y los millones de espectadores fueron un desfile que lleno de
millones de dólares dichas series televisadas.
Pero como todo lo
que se sustenta en una emoción y no en la esencia de su verdadero talento, con
la misma inercia que sube y sin sustento que lo mantenga en el aire por más
tiempo, caerá estrepitosamente y la caída será tan poderosa que de eso no hay
quien se recupere, y como la masa inculta y vulgar no tiene memoria, solo
buscará la siguiente estrambótica noticia que lo entretenga y lo saque de su
aburrimiento y rutina.
Ahora con la
película "Roma" de Cuarón, veo repetirse el fenómeno, haciendo de una
mujer indígena oaxaqueña un espectáculo que exhibe una belleza diferente, otra
forma de ver a los que fueron invisibles, y que ahora son portada de las
revistas más elitistas, vacías y superficiales del capitalismo occidental. No,
la indígena no tiene talento actoral, ni su belleza es representativa de la
clase marginada indígena. el problema será para ella cuando los reflectores se
apaguen, los curiosos se desvanezcan y su próximo proyecto fracase, por qué no
está sustentado en ninguna clase de talento especial.
Ya le harán un lugar
en el limbo de los olvidados, esos que brillaron sin luz propia y que vivirán
de sus 5 minutos de fama haciendo fila con Paul Potts, Susan Boyle,PSY,Pablo
López Morales,Mandy Harvey y una larga lista de luces fugaces de un solo día.
Culpable de eso son
las neuronas espejo, esas que nos reflejan con la realidad que apreciamos, que
hace que nos identifiquemos con el dolor, la alegría, la pena y la ira ajena.
Somos víctimas una
vez más de los procesos evolutivos de aprendizaje y supervivencia. Animales que
son fácilmente manipulables, moldeables a una atención prefabricada.
Pero la oportunidad
está ahí, se a democratizado la oportunidad de ser el próximo fenómeno viral
que nos salte a la fama. Solo se necesita una cámara y una conexión a internet
para ser la próxima estrella que el publicó espera, solo un golpe de suerte, y
si el secreto( libro de autoayuda esotérico y seudo científico) tiene razón,
puede que seamos la próxima cenicienta que vea cumplidos todos sus sueños y
anhelos de reconocimiento y dinero, que está a la vuelta de los sueños de
cualquiera.
armando_vega@icloud.com