Pongamos que a una
cría de oso polar (los cuales manifiestan una ferocidad tremenda incluso con
los congéneres) le quitamos el olor característico que lo hace reconocible para
la madre, lo más seguro es que el pequeño osezno termine siendo el bocadillo de
la madre.
Lo mismo sucede con
ese vínculo afectivo que hay con los niños ajenos, y que la película Bird box
refleja perfectamente, cuando la madre de uno de ellos tiene que decidir a qué
niño sacrificará al ajeno o al propio, y bueno, ella la madre, ya eligió desde
un principio que a su propio hijo no sacrificaría.
Queda claro que la
palabra amor es muy compleja, la filosofía la a encerrado en la fuerza
unificadora de la sociedad, como un constructo muy difícil de encerrar en una
sola definición que abarque diferentes conductas humanas y que derivan en
instintos y manipulaciones bioquímicas de la evolución.
La mayoría de los
libros que tratan sobre el tema complejo del amor, explican muy correctamente
la biología del apareamiento, pero eso no es el amor, lo que sucede entre una
pareja y sus desiciones de vivir juntos y posteriormente crear una familia
propia, son características primarias de la evolución de los primates.
Un sin fin de mecanismos instintivos que
derivan en la procreación de un individuo más, en eso se reduce lo que llaman
el amor romántico de pareja.
Incluso los humanos
cuando están listos para ser independientes, como humanos capaces de cuidarse y
valerse por sí mismos despiden hormonas y aromas muy particulares que los hacen
repulsivos para los padres, por eso es común que los adolescentes tengan un
olor tan desagradable para la familia, una característica animal que dice que
es momento de dejarlo ir y dejar que se haga responsable de sí mismo.
Es ahí cuando las
teorías de amor genético o amor evolutivo choca, en cuanto la sociedad cambia
los factores medioambientales que crearon las bases de esa conducta animal. Las
familias, los grupos sociales surgieron por protección y supervivencia, ya que
el hombre primitivo no podía vivir alejado de otros, ya que eso lo hacía
vulnerable. Descubrió que si creaba núcleos cercanos y creaba vínculos sociales
férreos, su supervivencia estaba asegurada. Esas conductas son visibles aún en
tribus urbanas modernas, como vi personalmente en Inglaterra o Irlanda, donde
es común ver en las tabernas grupos pequeños de individuos que son amigos de
toda la vida y todo hacen juntos en grupo.
Hay muchas personas
que me han dicho que el amor de sus animales, mascotas que adoptaron con el
tiempo, les han brindado muestras de amor incondicional mucho más profundo y
real que el que otorga un hijo o un amigo, yo mismo he llorado más por la
muerte de una gata que por la partida de otras personas importantes en mi
historia. Y si,estoy seguro que los animales aman con la misma intensidad que
ama un animal humano y ¿porque no? si compartimos todas las características
animales de un primate.
He descubierto que
la felicidad y el amor se parecen mucho en cuestiones de premio recompensa las
cuales recibe el cerebro al ser estimulado por dichas emociones. Es común
escuchar: tú me haces feliz porque te amo y me amas o amarte me hace feliz.
Incluso las personas que sufren de desamor pueden caer en depresiones y daños
físicos internos tan raros como el corazón roto,porque es literal, el daño que
sufre una persona por desamor el cual crea fracturas en el miocardio les puede
ocasionar la muerte, y morir de amor no sólo es una frase romántica, se
convierte en un diagnóstico posible.
Entonces la
recompensa bioquímica de drogas que el cerebro crea son estimuladas por la
creencia de recibir y dar amor, y esto sobrepasa la orden primaria de
procreación y supervivencia y se convierte en una búsqueda de drogas internas,
una adicción incontrolable por saciar la búsqueda de dopaminas y endorfinas de
las cuales el cerebro es adicto.
Por eso la
manipulación mediática de comercio y consumo está basada no en productos, esta
basada en sentimientos. Explotan la idea de amor para reforzar al cerebro
adicto de drogas bioquímicas, que es recompensado en cuanto recibe o regala
toda la gama de productos y servicios que están ahí para demostrar cuánto
amamos a los demás o incluso cuanto nos amamos a nosotros mismos. Es común leer
en la publicidad dale a tus seres queridos lo mejor y lo mejor es tal o cual
producto o tu mereces lo mejor por lo tanto este producto te lo ofrece. Un
estudio reciente descubrió que los jóvenes encuentran más placer en comprar que
en el sexo o la diversión, o hay países como Japón, donde la gente encuentra
más placer en jugar video juegos o compartir en las redes sociales sus
autorretratos que en el sexo, y por esa razón su taza de nacimientos a
descendido alarmantemente.
Entonces cuando una
amiga me dice: que aunque su pareja, narcisista crónico la trata de la
chingada, la engaña con quien pueda y le miente con una naturalidad increíble,
no puede dejarlo porque lo ama de verdad, yo que entiendo un poco de las causas
y efectos de esos procesos bioquímicos, me doy cuenta que esa mujer solo está
saciando su cerebro adicto a las drogas que se otorga al perdonarlo por enésima
vez, al escuchar que aunque la engañe con todas solo a ella ama de verdad, su
debilidad será no saber el porque de su conducta y el resultado de sus
acciones.
El humano busca el
amor como las plantas buscan el agua y el sol. El humano es un cerebro adictivo
que como cualquier adicto busca recibir su drogas a como dé lugar, por lo tanto
disfraza todas sus carencias de drogas en acciones y sentimientos. Por
eso aunque la persona amada a muerto, el recuerdo o tributo sigue brindando ese
estímulo que droga al cerebro, porque eso es el apego, un enfermizo amor, un
adicto que encontró la forma de seguirse regodeando en su vicio.
Es por eso que el
amor tiene tantas ramificaciones, el amor al trabajo, el amor a la música,el
amor a dios,el amor fraternal,el amor sexual,el amor a la comida, el amor al
internet, el amor al conocimiento y un sinfín de etcéteras que solo disfrazan
una recompensa primaria que la psicología humana a matizado de diferentes
maneras, pero que encajan en una sola pieza básica, el amor es una droga
bioquímica del cerebro, la cual puede ser obtenida por múltiples caminos.
Hay quién dirá que
si el amor puede reducirse tan básica y escuetamente ¿Porque no hay un remplazo
artificial? El problema es que el mecanismo bioquímico que otorga las dosis
correctas para lograr él subidón necesario es único en cada ser humano. Por eso
el amor es personalizado y está revestido de memorias y mecanismos creados en
las vivencias y experiencias personales. Pero hay buenas noticias, estamos en
la frontera de la ciencia, en los albores de crear una computadora cuántica que
con sus algoritmos por fin pueda desentrañar todas esas ramificaciones y nos
pueda brindar la droga exacta que nos otorgué la experiencia más alta de amor,
como jamás experimentamos en nuestra existencia animal.
Aunque el éxtasis y
el LSD nos acercan un poco a la experiencia, aún es muy burdo y básico el
resultado, además de los efectos secundarios adversos que son un precio todavía
muy alto para vivir dicha experiencia.
Por eso es que las
terapias Psicológicas fracasan en cuanto ayudar a personas a dejar de sufrir
por el amor en cualquiera de sus variantes, quieren identificar el amor como
una conducta emocional y la tratan como tal y no la tratan como debe de ser una
"adiccion" que no sólo es una conducta emocional,también es una necesidad biológica intrínseca de
nuestra naturaleza humana. Por eso los alcohólicos anónimos triunfan, porque
cambian una adiccion por otra, la adición de atención, la adiccion a la
cafeína, la adiccion a la nicotina, la adiccion al grupo, la adiccion a un
poder superior, entonces la adiccion al alcohol es posible ser erradicada o
disminuida, claro, siempre y cuando se siga siendo parte de esa secta.
Ese es el secreto de
salir de situaciones límite que nos obligan a vivir dependiendo de sentimientos
y emociones nocivas que llamamos amor: la transferencia, es decir, identificar
el detonante que otorga el estímulo al cerebro drogadicto y cambiarlo por otro
que disminuye o minimice la atención del primero.
Ya lo decían las
abuelas y lo decían bien "un clavo saca a otro clavo"