Se dice que hay que
ser muy valiente para no temerle a casi nada, excepto a los pendejos, porque
son legión.
Siempre algún idiota
ha sido la causa de mis más terribles accidentes, ya sea el pendejo que
revisando sus mensajes en un teléfono me impactó por detrás en un taxi cuando
regresaba de Acapulco o los idiotas que se pasaron el alto en una calle
paralela a Insurgentes con los cuales me impacte muy fuertemente y que además
me culparon de su estupidez.
Aunque conozco
muchos que son absolutamente profesionales en su labor diaria,en realidad son
una minoría considerable, ya que una marabunta abrumadora de estupidos ocupa la
mayoría de los puestos de trabajo en general y son todos aquellos que nos
ofrecen los servicios diarios que hacen funcionar este mecanismo social.
Una vez más soy
víctima de las causas y azares de las terribles coincidencias, de los caminos
cruzados, siendo una vez más la carta perdedora, la mía y como siempre, soy una
víctima más de los pendejos, esos que tienen prisa, esos que tienen tantas
ganas de llegar a ningún lado, que actúan primero y piensan después.
Ya es de miedo
realmente ir a buscar algún servicio, sabiendo que por la rueda de probabilidad
me tocara un reverendo idiota que hace mal su trabajo y que me dará más corajes
que satisfacciones su mala elección de vocación de vida.
Ya es de miedo salir
a la calle donde todos los estupidos están manejando y revisando sus teléfonos
y redes sociales, donde lo primordial sería que se murieran solos, pero
desgraciadamente esa bola de ineptos se llevan entre las patas al que tenga la
mala suerte de cruzarce en su camino.
Una vez más
convaleciente, sin poder caminar por mínimo seis semanas, víctima de un pendejo
que por su prisa de vivir me condena a tener que tomar medicamentos a iniciar
mi día con un dolor terrible y sin poder
moverme con libertad.
Vamos en camino a la
extinción más terrible de todas las que se ha tenido conocimiento, causa y
efecto de la estupidez humana y no hay
más que aplaudir a estos safios que es lo único bueno que está sociedad a
logrado,su autodestrucción con cuenta regresiva. Cuentan con mi infinita
gratitud cuando esto acontezca.
Aunque escribí esto
el 20 de Enero, día que sucedió tan inesperado accidente que aún me tiene
limitado de mis movimientos y aún con mucho dolor en la espalda consecuencia
del golpe brutal y contundente sobre mi persona
que ocasionó que tuviera 5 vértebras fracturadas, es el enojo y el
coraje el que me obligó a escribir tales reclamos.
Ya con la mente
fría, debo decir que las muestras de afecto y compasión por las personas que me
rodaban, peatones circunstanciales, que como en toda eventualidad
catastrófica muestran su lado más
humano, ese lado benévolo que crea pensamientos encontrados en mi rencor contra
la especie humana por diferentes muestras de inconsciencia social.
Hay gente que es altruista, entregada,
honesta, servicial buena de verdad. Quisiera creer que son los más, quisiera
creer que son todos, quisiera creer que aún hay un atisbo de esperanza, de una
luz que nos convoque a ser lo que realmente somos, seres pensantes con una
inteligencia que es capaz en unidad de lograr más que estando separados, que es
más siempre y cuando el individuo quiera menos para sí mismo en pro de más para
los demás.
Hoy mi mente es más
tranquila, he logrado un escalafón más alto conforme mi pensamiento sobre la
humanidad, tengo más compasión, me siento más en concordancia con el dolor
ajeno entiendo que sufrir de un evento del cual no tienes control desequilibra
tu vida absolutamente y te somete a reflexionar lo que será de ti a partir de
hoy.
He dejado de estar
enojado con la estupidez circundante, y estoy en paz con lo sucedido. Agradezco
esa manera de la vida de despertarme a un nuevo estadio de conciencia.
armando_vega@icloud.com