viernes, julio 23, 2021

Desaparecido

 


 

Sufro la desaparición de una familiar muy cercano, que es una de las cosas más terribles que como humanos podemos experimentar, ante la zozobra de no saber absolutamente nada y sin ninguna conclusión cercana de un paradero conocido.

En el camino de mi vida han ido desapareciendo personajes, ya sea por su falta en este mundo o por su decisión personal de dejar de mantener contacto o simplemente porque su ausencia en mis redes sociales es tan distante como el silencio y posterior olvido.

Claro es que cuando alguien deja de estar súbitamente, ese vacío se siente de manera abrupta, pero cuando uno deja de estar gradualmente, simplemente uno se va difuminando en lo común, lo aburrido, de lo cierto por visto de lo viejo por conocido.

En mis años viviendo en suiza he perdido muchas personas muy queridas, que por falta de conocer la tecnología de comunicación actual o por falta de interés jamás se comunicaron y se quedaron congelados en la última ocasión que pude verlos justo antes de mi auto exilio.

Todos esos lugares, personajes, quedaron congelados en Ámbar quedaron pausados en el tiempo, pero poco a poco se van esfumando, van desapareciendo como todo lo que no está y poco a poco da espacio a las múltiples cosas que deben y tienen que ocupar su lugar.

Cuando me fui muchos de los niños, mis familiares lejanos, eran tan pequeños que ahora que los mando saludar ya ni recuerdan quien soy o incluso como era mi aspecto en ese momento lejano de su niñez, que ahora ya con una adolescencia y todos los problemas que esto acarrea, su memoria está en otra vida y otra realidad tan diferente de la mía.

Cerré mi círculo social, porque me negué y me niego a ser utilitario, a ser necesario para fines distintos a la amistad, el amor y la camaradería. Quien se dio cuenta de eso, se esfumó voluntariamente, porque ¿de que sirve alguien que no me sirve? Entonces desparecí y desaparecieron de mi entorno personajes que eran divertidos, pintorescos y entretenidos en su contexto vivencial, pero que su falta de evolución y redundante fracasar dejó de ser necesario en mi pensamiento.

Se que mi familia se duele y aqueja de la pérdida de un personaje tan importante en su cotidianidad, pero aquellos que seguimos aquí, permanecemos tan perdidos como aquel que ya no está. Porque, cuando dejaste de preocuparte por su vida, su salud, ¿donde dormía en las noches? ¿porque sufría tanto en silencio? ¿Por qué a nadie le importo? desde ese momento, tu dejaste de estar en su vida y el ya había desaparecido hace mucho de tu empatía y de tu amor.

Los que estamos, ya no estamos tampoco, nos desvanecimos en el tiempo y la distancia, los que están, permanecen tan lejanos y silenciosos que parece que también están perdidos.

No sufro, ni me acongojo, soy, mientras lucho por ser.

Como se lo dije a aquel que ahora ya no está más, ¡no estas solo! ¡no estas incomunicado! tienes mi oído atento, tienes mi respuesta pronta y mi preocupación sincera, pero algo debo de tener en la congruencia de mi testimonio, que a quienes brindo mi incondicional amor lo rechazan, lo niegan, lo desdeñan y prefieren afrontar su soledad estoicos, sin necesidad de tomar la mano que les brindo.

Hay muchos que están, pero realmente no están, hay muchos que hace tiempo dejaron de estar y no quisimos darnos cuenta de ello, y hay muchos que estamos, pero la ignorancia y la ceguera, la envidia o el orgullo nos hacen invisibles, innecesarios y trasparentes. 

                                                  armando_vega@icloud.com

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