martes, marzo 15, 2022

Somos adictos a vivir mal

 


Hay la mala interpretación de que las adiciones solo son a estupefacientes o a drogas duras. Cualquier motivo que tenga el cerebro de recibir un estímulo extra, será una posible forma de volvernos adictos a dicho estímulo.

La comida, que es solo una forma de darle los requerimientos energéticos a nuestros cuerpos, se a convertido con el tiempo y la inteligencia humana, en toda una parafernalia de costumbres y formas que han trasformado países y culturas enteras, y que incluso han sido los engranes de movimientos políticos y armados, por las rutas de las especias y su comercialización. Pero no solo la comida es fuente necesaria de aporte calórico, también es una droga que añadiendo azúcares escondidos, puede ser mucho más adictiva de lo que se cuenta o se entiende. Eso lo sabe muy bien la gente que se ha sometido por razones estéticas o de salud a dietas de restricción calórica o baja de azúcares y carbohidratos. La abstinencia es tan dolorosa como el dejar la heroína la cocaina o la nicotina. Cuando he tenido periodos de baja calórica por recorte de carbohidratos, mi ánimo está terrible, me convierto en una persona muy alterada en mi comportamiento rutinario y los nervios están a flor de piel. Lo mismo sucede en cuanto pruebo azúcares, dos días después de mi abstinencia interrumpida, la ansiedad por conseguir azúcar se convierte en una necesidad orgánica tan intensa que incluso tengo sudoración y malestar por no abastecer a mi organismo de dicho alimento.

Actualmente las redes sociales se han convertido en una de las drogas de mayor consumo en las mentes débiles de personas con una ya muy mala apreciación de su imagen. Están diseñadas para ser tan adictivas como las máquinas tragamonedas de las Vegas, simplemente porque buscan las mismas reacciones de estímulo respuesta, mediante las mismas herramientas de recompensa, expectativas y premios.

Incluso los mismos diseñadores de esas aplicaciones han tenido que presentar demandas legales a sus jefes, por su falta de ética que representa en la obtención solo en ganancias, sin importar el daño mental que ocasionan, precisamente a los más jóvenes, los cuales son sus principales objetivos.

Las adiciones provocan una serie de reacciones en la conducta y la salud de las personas que las padecen. Principalmente le necesidad mental y física de tener constantemente acceso a dicho estímulo, volviéndose esclavo de algo que se piensa es inofensivo y que se puede dejar cuando uno quiera.

Hay caso de personas que han muerto en ciber cafés, porque su adicción a videojuegos les han hecho olvidar sus necesidades de vida primarias, como comer o tomar agua.

Cuando la adicción, es sin la intervención de algún químico externo, es porque esa química se está llevando a cabo dentro de nuestros propios cuerpos, hay una cantidad importante de sustancias bioquímicas que se producen en nuestro organismo, por ejemplo, cuando estamos felices, cuando sentimos placer, cuando nos espantamos o nos angustiamos, esas sustancias ocupan lugar en nuestro organismo para activar procesos de supervivencia que nos hacen reaccionar mejor ante la realidad circundante.

Tan mal entendida esta esa reacción bioquímica interna, que la mayoría ignora que incluso las elecciones de parejas conflictivas discusiones familiares o reincidencia a ser infiel a nuestra pareja sentimental, tienen que ver más con una adicción a un estímulo bioquímico, que a una decisión libre y personal.

Hay casos extremos donde personas mantienen enfermos a sus hijos o familiares cercanos por la adicción a ser ellos mismos necesarios y así, al verlos débiles y al borde de la muerte, sube esa carga de drogas internas que su cerebro requiere sin control.

Lo peor no es ignorar que tanto tienen el control las adicciones en nuestra vida cotidiana, lo peor es cuando creémos que esas decisiones son parte de nuestra forma de pensar, y que así lo deseamos, cuando en realidad solo estamos satisfaciendo un cerebro adicto a drogas que cada vez son requeridas en mayor proporción, debido a que alcanzamos tolerancia con el tiempo, y eso quiere decir que nos acostumbramos a dichas sensaciones y después necesitamos subir la dosis para volver a sentirnos mejor.

La adición al dolor, a las relaciones destructivas, al sexo, a la comida, a la religión, a la pornografía, a la violencia explícita en los medios de comunicación, a la deformación de nuestra imagen en las redes sociales, a las compras, a el ejercicio, al trabajo, al triunfo, a mentir, a sufrir, al enojo, son muchas formas de obtener las drogas que un cerebro interpretativo de la realidad requiere.

Como todo adicto que quiere salir de ese juego mental que nos hace víctimas y victimarios, requerimos primeramente darnos cuenta de que somos esclavos de nuestras propias ideas, después aceptar que se tiene una adicción y por último buscar ayuda, para poder salir de esa redundante forma de no ser libre completamente de nuestras propias redes mentales.

Como muchas de las veces somos una constelación de diferentes adicciones, solo tenemos que identificar el factor común de todas ellas, y que es la liberación de dopaminas a ciertos estímulos, por lo tanto hacer un alto en nuestras rutinas diarias en todos sentido, sería una forma de disminuir las necesidades biológicas de nuestro cuerpo, y así medir las reacciones que este presenta al verse disminuido en su diaria dosis de estímulo. Poco a poco con cronómetro en mano medir cuanto tiempo puedes permanecer fuera del foco de eso que alimenta tu vida y que llama poderosamente tu atención, buscando salir de esa forma de estimularte. Por ejemplo reducir un 20% de carbohidratos y azúcares en tu alimentación diaria y ver cómo te sientes. Tomar más agua, caminar más, observar la vida sin cuestionarla, simplemente siendo testigo, buscar la manera de mentir menos y recompensar esas acciones, alejarte de cualquier discusión o forma de tener siempre la razón, con una sonrisa o un silencio de por medio. Hay múltiples maneras de darse cuenta como es que las adicciones controlan nuestra vida y más aún, darse cuenta que tan profunda es la necesidad interior, al cronometrar cuanto tiempo podemos de estar lejos de esas costumbres mentales diarias.

Lo más terrible es darte cuenta de que eres absolutamente dependiente y no tienes control de ti ni de tu vida y que regresas y caes en la adicción de estímulo porque ya eres un adicto empedernido y como cualquier adicto, salir de ello por tu cuenta es muy duro y difícil, más no imposible, aunque se requiere un tesón y una fuerza de voluntad que poca gente posee.

Pero si algún día buscas afrontar el reto, ve muy lento, y prémiate cuando pases más tiempo lejos de eso que te controla. Todo será lento y pesado, pero poco a poco lograrás luchar un día a la vez, y cada paso te acercará más a un libertad limitada, pero más gratificante que ese pozo de daños que te suceden diariamente.

 

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