martes, enero 15, 2008


La felicidad es una arma caliente decía Winston en su famosa canción.
No sé bien a qué se refería, pero imagino que es la sensación fulminante y efímera de lo que esta representa.
Decía facundo en alguno de sus monólogos, cito: prefiero la depresión a la felicidad, por que esta me dura más.
Considero la felicidad una zanahoria que esta frente al burro que la persigue, sostenida por un palo, una cuerda y por la cual el burro sigue adelante sin darse cuenta que solo está siendo conducido por esta, sin saber a ciencia cierta si la alcanzara.
Y bueno pensando en mí creo que en muchos de mis estadios me he sentido feliz y hasta en mis letras lo he presumido.
Es como un estado del cual salgo y entro sin apenas darme cuenta y para mi, esta es cuando hay un equilibrio en muchos sentidos en mi vida y comparándolo con la música es como la perfecta armonía de las notas, de las cuales hacen de una obra musical, esa obra maestra que magnifica emociones y que nos roba el aliento y unas cuantas lagrimas.
La felicidad me envuelve, me encierra, me convierte, me transforma, se trasmina en mis poros, se siente en mi esencia y en mis canciones. La felicidad puede no ser la que tú tienes, puede ser o no compartida con la mía. Pero es tan única y tanto me llena, que la felicidad es mi canción y mi amante de ocasión, siempre dispuesta a estar o no, a venir o no, a tenerse y no y ese misterio de saber cuándo vendrá me alienta un día más, porque no.
Armando Vega en uno de esos días fríos de enero del 2008

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