viaje
Cuando los chinos, los egipcios y los visigodos llegaron a América
antes que colon, lograron un viaje imposible para los recursos técnicos y culturales
de la época.
Un viaje que requería estar en altamar por más de 4 a 6 meses
de viaje, luchando con múltiples enfermedades, sin antibióticos, ni certezas,
con mares embravecidos y tormentas espectaculares.
Era un viaje en sus inicios de curiosidad y descubrimiento,
solo digno de valientes y acorazados humanos, capaces de nunca más regresar y
lleno de incertidumbre.
1000 años después o 500 años después según fecha oficial
cruzar el atlántico en un cómodo vuelo requiere menos valor, menos tiempo. Une culturas, pensamientos, amores e intereses
varios en un tiempo relativamente muy cortó.
Hoy se mira a las estrellas a planetas vecinos, que son como
pequeñas islas en la distancia, imposibles para el común ciudadano por el momento,
tal vez en 500 años tendremos hoteles 5 estrellas en marte, tendremos ilegales
pagando a polleros que te trasladen al planeta minero, con oportunidades de
trabajo, los ricos se trasladaran en viajes que duren 8 horas, llegaran
cansados y se quejaran de la comida del avión asegurando que el vuelo fue
terrible.
Yo creo que vivimos en una roca frágil que flota aparentemente,
pero que en realidad está en una expulsión tremenda hacia la nada, como cuando
vemos como una manzana que es destrozada por una bala en súper cámara lenta,
las partículas que son expulsadas eso somos nosotros.
Le dimos nombre a la tierra que pisamos, al aire que
respiramos, al pedazo de espacio que habitamos, porque es el gusto del ego
humano hacerse creer que controla este pequeño lapso de tiempo y de vida.
Yo creo firmemente que solo estoy de paso por esta vida en
busca de experiencias tridimensionales limitadas, nada de lo que hago es
realmente importante, ni trascendente, nada del papel que desempeñamos es real,
ni importante, solo es un juego que jugamos en pos de darle a nuestra
existencia sentido.
Hace miles de años el hombre se trasladó de un lugar menos
afable a un lugar en que prosperara su
temporalidad, conquisto espacios que aun hoy siguen siendo propiedad privada y
necesitas miles de controles para acceder a ellos.
Yo riéndome de su juego
de ego me salte sus reglas a partir de sus propias leyes, jugando su propio
juego, me burlo de sus limitantes, demostrando que soy legalmente el que en realidad
no soy, me salto sus fronteras, su sellos, sus trabas burocráticas.
Cruce el mar, sin más trascendencia que el traslado y estoy
debajo del mismo sol, de mismo aire, de la misma tierra, he inclusive los
mismos monos asustados y estúpidos. Nada me es diferente, nada me sorprende más
de lo que no me haya sorprendido la vida misma, estoy aquí, por el momento, sin
patrias, sin banderas, sin dioses y bien lleno de mí mismo, nada más.
armando_vega@terra.com.mx
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