jueves, octubre 14, 2021

El medio no es el fin

 


Tenía amigos que competían en diferentes disciplinas deportivas a nivel amateur y muy pocos a nivel profesional. Algunos de ellos son corredores de maratón, una carrera que pone en juego no solo la condición física del participante, también pone en primer lugar, que tanta disciplina y fuerza mental posee el corredor para poder superar momentos que físicamente parecen imposibles. De todos esos corredores a los cualés he preguntado si conocen el origen de esa carrera, la cual se preparan por años y hasta patrocinios comerciales han conseguido, solo uno o dos tienen alguna idea y los que no sabían nada al respecto se sorprenden que su origen es absolutamente absurdo, como en realidad es cualquier competencia.

Maratón fue el nombre de una región de Grecia y la distancia que hay desde esa región hasta Atenas y que Filipides tuvo que recorrer para anunciar la victoria sobre el ejército persa. la distancia se supone que es de 38 kilómetros pero ahora se corre de 42,195 porque en Londres, la reina no quería mojarse ya que llovía y salieron dentro del castillo de Winsor.

De pronto surge la necesidad de amar y competir por un proceso, una herramienta que pretende obtener un resultado específico pero que en la necesidad de competir por competir se pierde de vista el objetivo y solo importa que tan duro se puede llevar a cabo un proceso, es decir que ya el objetivo no importa, lo que importa es que tan duro haces algo sin sentido, aunque el sentido sea solo hacerlo. Tal cual esas carreras de obstáculos que le llaman “espartanas” tan solo por la reminiscencia de la batalla por la conquista de Grecia realizada por el imperio Persa, pero que en relación a ese evento histórico no hay ninguna similitud ni conexión, más que tal vez algún cómic o película que explota el patriotismo y la necesidad de matar. Esas carreras de obstáculos sólo reúnen a personas idiotas que al estar tan aburridas de sus vidas (como comúnmente le suele pasar al mono humano) pagan lo que sea por imponerse un reto físico que les de una razón de existir.

Ahí una vez más se toma de importancia el proceso, sin ningún objetivo más que aquel de terminar o incluso sólo participar, con fines de llenar de fotos las redes sociales, para determinar que son guerreros incansables, que no se rinden a la conformidad de aquellos los que no hacen nada por sus sueños y metas.

Cundo tu eres del ejército o te enlistas en las filas de la protección civil todo ese entrenamiento tienen un sentido: uno el de obedecer sin cuestionar, dos el de soportar humillación y dolor en pos de un bien mayor y tres ser un perro bien entrenado que solo es capaz de seguir órdenes sin usar nunca su criterio. Ahí es cuando el proceso o la maquinaria sistemática de un entrenamiento va dirigido a un objetivo cuantificable, pero cuando solo compites por espíritu y anhelo de gloria lo único que ganas son lesiones y dolores que marcarán tu estado físico para siempre.

El colmo de lo peor es cuando se realizan actividades que al ser procesos deberían de desembocar en la meta primaria que es el mejoramiento de la condición física, pero cuando se hacen competencias de cross fit que solo es un sistema que mejora la coordinación, los reflejos y la fuerza física en conjunto, resulta que lo importante es quien puede realizar todo el paquete una y otra vez compitiendo por ver quienes más resistente, siendo que el resultado que es lo de menos, lo que importa, es aguantar más que nadie el dolor pero no se califica el objetivo si no solo la realización de la forma, es como si algún día todos compitiéramos para hacer un pastel y calificas a quien organiza mejor los ingredientes, quien bate mejor los huevos y quien dosifica mejor la azúcar, pero el pastel nunca se realiza. Esta competencia por procesos es tan absurda y sin sentido que me da vueltas la cabeza como puede existir gente que le interese ser parte de eso.

Es como las competencias de kata en los Juegos Olímpicos, donde se califica lo incalificable, porque no es un baile, ni una rutina de karate al aire, es una meditación personal, donde el sentido está en ser parte del presente en cada movimiento y el único fin es equilibrar nuestro centro intuitivo y mental, ¿Cómo chingados calificas la ecuanimidad de un humano? ¿Cómo calificas la mentalidad del aquí y el ahora? Cuando eso es una experiencia personal y es incalificable, ni siquiera se puede medir ni comparar, es tan estúpido como calificar los sueños al dormir.

El humano en su aburrimiento es capaz de buscar lo que sea para darle un sentido a su vida sin sentido, llegan a extremos de idiotez con tal de seguir siendo competitivos, incluso se a perdido tanto el fin, que la importancia del medio lo superó, por eso es que año con año se realiza la competencia de guitarra de “aire” donde hay campeones mundiales, que sin saber tocar ningún instrumento y en la locura más extrema, incluso sin el instrumento, reciben calificaciones de jueces que premian al que simule ser un extraordinario ejecutante de un instrumento ficticio. 

       

                                           armando_vega@icloud.com

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