miércoles, diciembre 07, 2011

Cuando ante la pregunta ¿qué hay después de la vida? Muchos suelen
repetir lo que sus manipuladores, médicos, lideres o sacerdotes les repitieron
por muchos años, como si una certeza fuera. Hemos avanzado miles de años y aun así
no sabemos nada, aun así cuando Sócrates moría y sus discípulos lo veían extasiado
ante tan increíble descubrimiento, feliz ante un nuevo misterio, si no pasa
nada que bien, se acaba el misterio, si pasa algo que bien, también se acaba el
misterio.

Hay gente tan vacía de respuestas, que su respuesta es la
nada. Se acabó, cuando mueres es como apagar un televisor, en esa respuesta hay
una gran cantidad de enojo y de ignorancia, de ego gritando miren lo estúpido que
soy.

Aun en la nada hay algo, aun en la inexistencia hay
existencia, aun en la muerte hay vida. Desde el nacer empieza la muerte y es la
manera de encontrar la vida, decir, no hay nada más es negar que somos todos
los átomos que existen, que somos toda la materia que ha existido transformada
en todos y re transformándose en más.

Ser la vida es olvidar que fuimos todo, por llamarlo así
dios, la matriz original, la luz regenerativa de donde partimos. Morir es
regresar a la memoria olvidada, a él todo, a la energía otra vez, morir es
reencontrarse, recordar que somos dios y que este se disfrazó de ti para tener
otra manera de aprender.

Es evidente que la vida y la muerte son una transformación, la
evolución es una transformación, el tiempo es una trasformación.
Decir al morir nada pasa es un ego muy vacío de respuestas o muy temeroso de dejar de ser, porque la virtud más grande del ego es tratar de existir en recipientes pequeños, porque en lo magno desaparece.

armando_vega@terra.com.mx



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