sábado, julio 21, 2018

Libertad de expresión


No es extraño para muchos, el hecho de que el ataque orquestado por musulmales ofendidos a las instalaciones de los caricaturistas franceses, fue un acto extremo, en respuesta de lo que consideraban vulgar y ofensivo.

No es extraño que reporteros y comediantes han tenido que dimitir por sus fuertes críticas personales a políticos o su humor negro y ácido sobre personas y temas de interés popular. Claro ejemplo del comediante platanito que después de decir un chiste sobre la muerte de niños quemados por la negligencia de instituciones gubernamentales y la bendita corrupción que reina en México, tuvo que salir lloriqueando a desdecirse de su fino humor, tan aplaudido en su momento y tan denostado al siguiente.

Estamos en tiempos de que cualquier idiotez que uno diga puede ser expuesta a miles de personas en un segundo, y estas palabras mal pensadas o dichas al calor de una efusiva opinión personal, sean sacadas de contexto o aún así, dentro de un contexto ofensivo sean la pólvora que te cueste la cabeza o la reputación.

¿Hasta dónde llega la libertad de opinión?

¿Hasta donde yo puedo decir que los gringos son un país de genocidas, racistas, corruptos y dictadores? y eso no me cueste la visa de entrada a un país( que nunca deseo conocer por cierto)

¿Hasta donde puedo decir que todo el cuento de nazis y judios me parece una historia mal contada, con muchas lagunas en sus interior? pero que si lo expongo en Alemania me apresarían sin mayor problema.

¿Hasta dónde puedo expresar mi opinión de la antinatural práctica de sexo homosexual sin que me tachen de homofobico o intolereante?    

Que la opinión personal termina hasta donde el otro se ofenda, entonces ¿dónde quedaría el debate y la sana discusión?

Si le digo a un idiota cristiano que sus creencias medievales son incoherentes, faltas de pruebas históricas y de sentido común, no debería ser su respuesta sentirse ofendido en su fe, si no más bien buscar los reales argumentos que desmientan o meriten los míos.

Si un graciosos racista reportero me dice que mi esposa negra parece un mono o mona, no sería más conveniente reunirnos para que este espontáneo cómico lo pueda decir de frente, y ya en un acalorado debate acordemos que todos somos monos, porque descendemos de una rama evolutiva de ellos, siendo nosotros monos sapiens y unos animales más de esta gama de diversidad biológica del planeta y una vez hecha la aclaración reírnos todos de la puntual ocurrencia.

Todos tenemos un culo y una opinión y por lo general alguna de las dos apesta, pero de verdad ¿es necesario morderse la lengua para no expresar nuestra concepción de la verdad? ¿tan inseguros somos de nuestras opiniones que tenemos miedo de que se confronten con las de los demás? ¿Qué tenemos miedo de perder? ¡La razón!

Mientras exista miedo, coacción, anonimato,castigo,reprensión por callar lo que uno opine, la libertad de expresión será solo una falacia, y será solo una dictadura sea donde sea, por mucho que se diga que hay libertad de pensamiento y expresión.

Debería ser una ley decir «podría no gustarme lo que opines o digas, y podría no estar de acuerdo, pero defendería con mi vida tú derecho a expresarlo»

 

armando_vega@icloud.com              

 

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