lunes, junio 15, 2015

Una sociedad profundamente enferma

 

Mi experiencia profesional como entrenador está llena de anécdotas muy curiosas, en parte por mi amor por la filosofía y mi desempeño en una labor tan alejada de la lógica, como el causarte dolor y deformaciones, por una recompensa social que desemboca en caricias de amor para almas desvalidas y muy acomplejadas.

Mi apreciación filosófica esta fuera de mi desempeño laboral, no mantengo discriminación, ni pretendo contaminar de mis valores de apreciación, aunque si comparto mi opinión de manera abierta, pero sin profundizar en nada en particular.

Tenía una entrenada que tenía en su mente un anuncio de un vestido de boda y su imaginación estaba en el cuerpo que quería lucir dentro de ese vestido de boda, realmente no importaba el marido y la felicidad que conlleva encontrar el amor, lo más importante es cómo te sentirías, en relación a como los demás te verían, porque no es la complacencia de verte en un cuerpo equilibrado  y lo importante son las miradas, los comentarios, las envidias, el enojo, la felicidad y todas las emociones que puedes causar con tu prosperidad.

Es curioso que la felicidad se centre en la opinión de los demás, en cómo nos sentimos al vernos observados que en como disfrutamos de ser quienes somos.

Pero en la realidad el ser humano funciona así, disfrutando el fruto de su dolor y sacrificio en eventos futuros, que viviendo en cada momento la experiencia de existir.

Como entrenador tenía que alimentar al monstro de la vanidad, del trabajo físico sin beneficio, ni sentido, más que el egoísta y materialista sueño de demostrar ser mejor que cualquiera, sin importar ser mejor que uno mismo.

Mucha gente piensa que ser entrenador o preparador físico está en la loable labor de ser un pro activo de la salud, pero nada está más alejado de la realidad, nadie quien llega a niveles profesionales del entrenamiento llega sano, y mucho menos llegara a disfrutar de una vejez sin malestares, achaques o dolencias relacionados al deporte que con ahincó realizo en su años mozos.

El entrenador tiene que mantener el fanático y religioso  fervor competitivo en la mente de los que entrena, porque solo así mi labor tiene sustento. Tengo que decirle al entrenado, que tiene que ser mejor que tal o cual persona, o estar preparado para vencer a quien se le ponga en frente. Ya sea como equipo o en su desarrollo individual. Y eso no solo choca de frente con mi crítica de la manipulación conductual a la que estamos expuestos, si no que contradice toda mi filosofía personal y mi pensamiento lógico.  

En la vida realizamos muchas veces trabajos que nos llenan de satisfacciones, de experiencias, muchas veces de frustraciones, amarguras, éxitos, triunfos, dinero, sinsabores el problema es que hay quien nunca dejara de realizar lo realizado, aunque esto no genere más satisfacción. Podría decirse que cambiar un cuerpo es mucho más sencillo que cambiar una mente humana, pero sé que después de un encuentro intelectual conmigo ha llevado a personas a cuestionarse sus motivantes primarios, ha llevado a mis clientes y entrenados a reflexionar más allá de sus pequeños y mundanos sueños, tal vez entendiendo que en el momento presente esta  la vida.

Yo he aprendido a dejar de ser luz, maestro y guía de perdidos porque soy un ciego entre ciegos, un perdido entre perdidos. He aprendido que las enseñanzas están ahí para mi crecimiento y como estas se demuestran en mi diario vivir y mi forma de disfrutar mi presente.

Sé que los manipuladores sociales y los diseñadores de sociedades me han metido y arraigado profundas enseñanzas que son imposibles de erradicar, y que estando dentro y siendo participes de una sociedad enferma, es difícil encontrar una cura para esta locura general. Pero no por eso me rindo en la búsqueda de respuestas, no por eso me rindo a dejar de ser quien busco ser, aunque tenga que dejar de ser agradable, hipócrita, funcional y  social.

Hay quien agacha la mirada por un plato de comida y quien dice “si mi amor” solo por no enfrentar la soledad.

 No es signo de salud estar arraigado a una sociedad profundamente enferma.

Adelante, Avanti

Si te postran diez veces, te levantas
otras diez, otras cien, otras quinientas:
no han de ser tus caídas tan violentas
ni tampoco, por ley, han de ser tantas.

Con el hambre genial con que las plantas
asimilan el humus avarientas,
deglutiendo el rencor de las afrentas
se formaron los santos y las santas.

Obcecación asnal, para ser fuerte,
nada más necesita la criatura
y en cualquier infeliz se me figura
que se mellan los garfios de la suerte...

¡Todos los incurables tienen cura
cinco minutos antes de su muerte!

 No te des por vencido, ni aún vencido,
no te sientas esclavo, ni aún esclavo;
trémulo de pavor, piénsate bravo,
y acomete feroz, ya mal herido.

Ten el tesón del clavo enmohecido
que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo,
no la cobarde estupidez del pavo
que amaina su plumaje al primer ruido.

Procede como Dios que nunca llora;
o como Lucifer, que nunca reza;
o como el robledal, cuya grandeza
necesita del agua y no la implora...

¡Que muerda y vocifere vengadora,
ya rodando en el polvo, tu cabeza!

 

Poema de Pedro Bonifacio Palacios

 

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