domingo, octubre 08, 2017

El mundo tiene un dolor ahí en el México.


Ciertamente, cientos de muertes fueron consecuencia de instituciones corruptas, que por medio de viejas prácticas amañadas y podridas, cedieron permisos para que las construcciones, puentes, carreteras y drenajes sean lo que un pequeño temblor exhibió, obras de ínfima calidad con presupuestos inflados, donde la codicia humana quedo como la ganadora indiscutible, además de su hermana la impunidad.

Pero que decir de las personas que se aprovechan de las ayudas que la gente misma ofrece, ya sea con sus impuestos o con su buen corazón, esos 3000 pesos que el gobierno otorgó a las víctimas, con el fin de que no durmieran en la calle, y que unos aprovechados de Iztapalapa se robaron, como si fuera un derecho quitarle al gobierno un poco de lo que se roban los de arriba, esos cacas grandes que se opusieron a donar el 5% de sus insultantes y groseros sueldos, que por cierto que ellos mismos se otorgan, junto con bonos y aguinaldos más altos que en cualquier país del mundo.

Ciertamente la corrupción está esparcida como una mala hierba, no sólo en las instituciones públicas, no sólo en el ejército, no sólo en los políticos, esta inmiscuida dentro de las cabezas mismas de todos los ciudadanos, esos que en los centros de acopio se llevaban las despensas a sus casa y dijeron ya chingue, esos que se robaron una tienda de campaña para sus excursiones de fin de semana y dijeron ya chingue, esos que hicieron rapiña mientras fingían buscar damnificados y al encontrar algo de valor dijeron ya chingue, esos que detuvieron a los expertos extranjeros para revisar sus equipos por más de 8 horas, haciendo de su burocrática labor un obstáculo para esas personas que necesitaban con urgencia una luz de esperanza, mientras morían aplastados por la corrupción, y además por la falta de conciencia y poquita madre, de los que esperaban a las cámaras de televisión para mostrarse protagónicos de los rescates, dejando en la desesperación a los a familiares que clamaban ayuda, y esta no llego, simplemente porque un papel no llego, porque la incapacidad mental de los que no tienen preparación ante desastres de tal magnitud los sobrepasó.

Ciertamente el 80% de la impunidad nos pone en un lugar especial ante la opinión pública mundial como un país que sabe que las cosas están mal, que la corrupción mata, que nadie nunca será castigado por cualquier delito que cometa y si son políticos de alto nivel mucho menos. Ciertamente desaparecieron los datos, los registros, nadie vio nada, nadie fue culpable de nada, y los que pagaron sobornos, los que los aceptaron, los que hacen lo posible por borrar sus huellas saldrán caminando con la frente en alto al saberse unos chingones de la tranza, la manipulación y la poca capacidad de amor propio y general.

La sociedad reaccionó rápidamente por amor y solidaridad porque esta intrínseco en el mexicano ser altruista, guardó silencio cuando una señal de vida salía de los escombros, arrastro piedras con sus manos desnudas, regaló su comida, sus herramientas, su esperanza, su fuerza y dio muestras de una empatía jamás percibida en el mundo entero. Corrió a patadas a esos políticos que pretendieron hacerse promoción ante la desgracia, exhibieron y exigieron a los gobernantes como Graco que pretendían hacerse de la ayuda comunitaria para auto promoción partidista. Cantaron el himno nacional y el cielito lindo cuando las fuerzas flaquearon, los hoteles dieron servicio gratuito, los autos privados prestaron sus espacios para los más necesitados, los restaurantes sacaron sus mesas y obsequiaron sus alimentos a los que así lo necesitaran. De pronto México se mostró como realmente es, una potencia, no económica, no deportiva, no política, una potencia humana que tiene esa enorme capacidad, que dentro de la desgracia más terrible saca lo peor y lo mejor que su sociedad tiene.

Ciertamente, México es el ombligo del mundo un punto medular de la distribución geográfica del planeta, siempre que veo una foto del globo terráqueo, es imposible no ver que México, siempre al centro de esa imagen, destaca como una región central y privilegiada.

Somos un contraste tan bizarro ante las muestras de solidaridad y de rapiña, que solo queda llorar, por los que están tan inmiscuidos en sus infinita bondad y en su infinita maldad.

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