viernes, julio 30, 2004

 

Una llamada en silencio.
Las razones para no contestar ese común y cotidiano ir y venir de ondas que tan sencillamente llegan a través de un cable y pasan del teléfono a tu oído son tantas, que aun enumerándolas no responderían precisamente la cuestión. Te preguntaras si acaso es el famoso mudito de siempre, ese mudo impertinente que se perdió tal vez entre números y números, entre nombres, entre voces o pensaras acaso que es un pervertido que se emociona con el control que le da el no responder. Sin llegar a entender a ciencia cierta ni tú ni yo las razones que se dan en el cerebro para no decir ni una palabra, no emitir ni un sonido, ni un sentimiento; Tal vez es que solo es el sentimiento de saber que estas ahí, detrás de esa línea invisible que nos separa de mirarnos, de no decir nada y que solo estando ahí es que entenderías ese recurrente temblor de la rodilla que me da cuando se que estas cerca de mi, ese aumento de mis pupilas, esa resequedad de la garganta, la pequeña gota de sudor que se asoma en mi frente y ese tamborileo delator de mi pecho, que pareciera que quiere salir y tomar mi lugar arrebatarme el teléfono y decirte de una vez por todas como estas, te extraño, soy yo tu eterno y siempre mudo enamorado; pero no, solo seré un silencio mas en la noche que te dejara un sin fin de dudas y en mi un sin fin de muertes
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armando_vega@terra.com.mx

 



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