El terror de
cada despedida, esa último vistazo atrás a lo que dejamos, ese viento de frente
que nos recibe al salir con las maletas dispuestas, las lágrimas guardadas para
tiempos por venir o por los que se están muriendo.
El cerebro se rebela
ante cosas nuevas, porque le genera angustia tener que comprender nuevas rutas,
nuevos caminos y nuevas maneras de hacer, de pensar, de seguir pero una vez
superada la desavenencia, el cabio trae nuevos retos.
Y, así es que me ha superado otra vez el adiós, las
despedidas siempre dolorosas, pero siempre dando mas de lo que quitan.
Estuve atrapado en
un país que se negaba a dejar de lado el pasado, lleno de apegos y manías,
viviendo de lo que fue y las nostalgias de los éxitos añejados .
Ahora vivo atrapado
en un país que vive de anhelos, de lo que tendrá en un futuro cercano, que como
la zanahoria del burro que lo hace continuar, siguen trabajando cada día, en
busca de los sueños del mañana que lo hagan despertar.
Con dolor de
nostalgiá más que de aprensión es que sigo cargando con mi maleta, siguiendo en
camino en busca de nuevas maneras de hacer lo mismo, pero en otros calendarios,
en otros ojos, en otras maneras de contar los mismos cuentos, las mismas
mentiras.
Que, tantos adioses
presentes, también son muchas bienvenidas mañana.
El mundo sigue
siendo redondo y yo con dos pies que tengo los utilizo para seguir utopías, que
aunque se alejen de mis pasos me siguen haciendo caminar, para tropezarme, para
reencontrarme, para perderme o para encontrarte en cada vuelta que el destino elija.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario