miércoles, diciembre 05, 2018

¿De dónde somos?



A veces, un pálido sol y un aire frío que corta la piel con su roce incesante son el elemento primordial de nuestra cordura funcional. A veces, un olor a sal y la incapacidad de respirar con facilidad, al sofoco de un calor abrasador,son los ingredientes justos para estar en armonía con lo que consideramos hogar.
Otras tantas el bullicio, el desorden, el murmullo incesante, la marabunta desquiciada, las filas y filas de tráfico automovilístico interminable, son la calma reinante en una mente disfuncional que ama y odia lo que lo hace ser quien es.
No solo se extrañan los cercanos, los consanguíneos, los amados, también nos hacemos miméticos con la lluvia, los colores, los sabores, los sentidos. Porque, una pequeña mariposa sabe exactamente de donde es y de donde no, y hasta un pez muere en el intento de regresar al lugar que su naturaleza le ordena.
Yo no soy de aquí, pero tú tampoco. Y al mismo tiempo somos de nuestros sitios, que se arraigaron en la sangre misma, en la orden misma genética que nos amaga cruelmente a estar apegados por siempre al lugar que nos cobijo de buena o de mala manera.
Queremos regresar a las estrellas porque somos polvo de ellas. Buscamos incesantemente nuestros sitio, porque realmente no tenemos uno. Tenemos todos los colores y matices en la piel y sin embargo somos del mismo carbono en la raíz primordial.
Todos anhelan regresar a algún lugar y momento donde fueron felices, y a su vez todos sueñan con escaparse muy lejos y probar fortuna en lo desconocido. Nacimos para amar lo que somos, lo que nos da identidad y origen, pero las ganas de ver más allá del horizonte, siempre estará arraigada en la curiosidad y la búsqueda de un lugar mejor.  
Aunque los Budas saben que pertenecen a todo y todo les pertenece, de igual manera remontan su vida a las montañas sagradas, porque el alma quiere expandir su ser en latitudes que le son propias. No atesoran, no acaparan, no desean, aún así  sus restos y sus pasos, posan dentro del círculo fundamental que los conoció.
Fríos ajenos y emociones contenidas en humanos amaestrados me remontan a lugares diferentes, y aunque no quiera, esa voz me llama con una voz de madre, que reclama por su hijo extraviado. No, no te extraño ni te busco en mis mañanas, en estos lugares diferentes a los que conocí por azar. Pero mis ganas de seguir buscando caminos continúan atadas y buscan remontar vuelo más allá de este horizonte, porque saben que más allá se encuentra su felicidad, su hogar, el lugar que por fin detendrá sus pasos y dará júbilo a su corazón. 

armando_vega@icloud.com

No hay comentarios.: