martes, noviembre 13, 2018

Abandono


Una tarde, como tantas otras, llego cansado de trabajar en esa compañía, que solo exprimía lo mejor de su juventud, en pos de ganar algún día una mísera pensión que no servirá ni para pagar la renta.

"Algo" tenía la puerta, que se abrió de una manera distinta de mucha otras ocasiones, la llave entro más libre por el ojo de la cerradura y el picaporte accionó de manera más holgada, como nunca antes lo hubiera hecho.  

No se olía la sopa caliente como era natural, y la atmósfera de la casa se sentía fría, solitaria, como si hace mucho tiempo nadie habitara ahí.

La llamo, sabiendo que ella acudiría rápidamente, pero no encontró respuesta alguna.

Fue cuando la luz incidió tenue en un sobre blanco, inerte, tendido en la pequeña mesa de la sala, es cuando supo con absoluta certeza, que ella, se había marchado para siempre.

Recuerda que ella llego, y no le pareció en absoluto la mujer más sorprendente que hubiera visto, era de una belleza simple, como las margaritas, que nacen libres al costado del camino, pero la cotidiana manera de toparse con su mirada, esa sonrisa tenue, como una hoguera que se extingue en la chimenea, ese aire de majestuosidad cuando acomodaba algunos papeles en la estantería, su gesto para acomodar ese mechón que rebelde caía siempre del lado derecho de su rostro, fueron llegando poco a poco a su vida. Se dio cuenta de que así ella había entrado en su corazón, sin saberlo a ciencia cierta, sin invitación, sin confirmación de llegada.

De la misma forma ella se fue marchando, en mudanzas lentas, como las caravanas de los viejos comerciantes de Oriente. unas veces fue por las lecturas silentes del periódico en el desayuno, desatento de esa nueva receta de los huevos o ese cilantro de adorno en el plato. Otras veces fue la minimizacion de sus problemas, nada de lo que ella hacía era digno de darle importancia, simples nimiedades de una mujer sin nada más que hacer que buscar tres pies al gato.

Otras tantas, cuando ignoro el rubor de sus mejillas y el brillo de diamante, en los labios y la mirada. Otras cuando ya cansado de laborar, simplemente se derrumbaba catatónico, para roncar hasta la mañana siguiente, sin percatarse del negligé de seda que ella compro, para complacer su carente mirada de erotismo o pasión. Ella se fue yendo en pausas, con cada detalle olvidado, con cada caricia ahorrada, con cada beso vacío, con cada relamo, con cada olvido.

Muchas de las veces que el llego y probó su sopa caliente rutinaria, ella, hace mucho tiempo que ya se había marchado. Solo que no lo había notado, cuando no bajó el periódico siquiera para comprobarlo, cuando no busco su cuerpo caliente a su lado, para agradecer que no estaba solo, como de ahora en adelante, para siempre lo estará.

No fue necesario leer las razones de hacer de esa casa un simple hueco, que ya solo funcionaba para anidar. No fue necesario leer los porqués de su decisión, realmente no era necesario.

Ella no se había marchado, el ya la había dejado marchar cada día. Empujándola en su decisión con cada gruñido en vez de un sí o un no como respuesta.

Ella se había ido, y no había razón para cuestionar su proceder.

Toda la casa lloraba su ausencia, todas las cosas que ella dejó la extrañaran y permanecerán ahí, intocables. El seguirá laborando día a día, jornada tras jornada, como una condena de un convicto resignado. Ahogara el silencio con las noticias oscuras del tele diario, y algún día se dará cuenta que el,el  también hace mucho se fue, el también hace mucho que se ha abandonado .

 

armando_vega@icloud.com                 

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