miércoles, noviembre 07, 2018

Llegar, no es el final del camino


Siempre dar el primer paso en una meta puesta a largo plazo es un gran paso, porque el camino se ve largo y difícil, lleno de sacrificios, de obstáculos y tras pies, que harán de ese viaje algo más complicado que la meta misma por conseguir.

Se necesita tesón y esmero, corazón diría yo, y después una disciplina férrea que conjunto a una convicción plena nos conduzcan a la conclusión de un ideal, que por más banal que parezca,siempre que se llegue a la meta deseada dará una grata sonrisa de satisfacción.   

Pero ¿que queda después de observada la cima en su punto más alto? queda un vacío, una satisfacción si, pero queda esa pregunta redundante, eso es todo. ¿Qué sigue? Y ahora a donde iré, ¿será que la cima es todo lo más alto que se puede escalar?

Cuando has conquistado todo el mundo y no hay más batallas por ganar, ni más excursiones por hacer, viene la desilusión.

Esa mujer que nunca pudiste conquistar, ese auto que nunca pudiste tener, ese viaje imposible que no lograste consolidar, siempre serán más misteriosos y llenos de atractivos, que los que conseguiste tener y poseer. 

Hace poco me llamó la atención el relato de la cantante de pop Japonés Yukiko Okada,una mujer con mucho talento, que luchó con ahínco por lograr posicionarse en lo más alto del mundo del entretenimiento musical imponiendo su sueño incluso a su muy conservadora familia, y con la fuerza de su convicción, lograr lo que pocas cantantes pop pueden conseguir, un lugar en las listas de éxitos a nivel internacional.

Su suicidio y trágico final, resultó en la muerte de muchos adolescentes, que con ella como ejemplo, tomaron la misma decisión, tal vez como una forma de rendirle culto a la persona que más admiraban.

¿Será acaso que en la soledad del éxito, de los aplausos y de la fama, surja la sombra de la depresión y la tristeza, de aquel que conquistándolo todo no tiene más metas por conseguir, más sueños por alcanzar? y si, suena a la recurrente anécdota de la tamalera que no quiere vender todos sus tamales a un solo cliente, porque si no ¿después que venderá?. Es decir, que el objeto del deseo se convierte en la meta en sí misma, y no así la conclusión de este sueño.

Recuerdo que cuando escuche por primera vez la canción de black bird de los Beatles, mis dedos torpes la practicaban día y noche sin poder tener una coherencia mínima para poder ejecutarla con la gracia y belleza que se merece la canción. Cuando la pude tocar con los ojos cerrados, aún me sigue pareciendo una melodía entrañable y hermosa pero muy simple, que incluso recomendaba como ejercicio para mis viejos alumnos de guitarra. Pero en mis delirios de alcanzar la perfección interpretativa, decía para mis adentros, cuando la toque con destreza y soltura, en ese momento sabré que soy un gran guitarrista, y bueno, pues ya la toco con destreza y soltura y aún distó mucho de ser un gran guitarrista en mi particular punto de vista.

Cuando ese accidente sorpresivo (ya relatado en este diario) a principios de este año me dejo sin movilidad y con dolores terribles, uno de los efectos secundarios fue la retracción de mis ligamentos,lo que ocasionó que perdiera de súbito toda la flexibilidad que había conseguido con años de entrenamiento, sudor y lágrimas, y según a palabras de mi fisioterapeuta, sería muy difícil si no imposible poder volver tener el nivel que había alcanzado hasta ese momento. Y aunque es claro que ya no tenía la flexibilidad, que si era sorprendente cuando tenía 18 años, pero con los años fue mermando, me propuse llegar a ese nivel nuevamente, con la única razón de que se pintaba imposible, lo que le daba más reto, incluso más que cuando pudiéndolo lograr no lo consideraba como algo concreto ni prioritario. Después de 8 meses, mucha paciencia y soportar dolor como no había experimentado en esa etapa de preparación anterior  hace una semana logre sobrepasar la barrera de 5 centímetros que me separaban del suelo y que fueron por 4 meses un escaño imposible, que muchas de las veces considere dejar de intentar por resultarme infranqueable. Y una vez más logrado el objetivo, las cosas no parecen tan diferentes ni importantes ya en esa posición queda la pregunta ¿tanto trabajo para esto? Y creo las personas que lo han contemplado también no les parece la gran cosa, como si cualquiera lo pudiera conseguir o fuera la cosa más natural del mundo.


La fórmula de no caer en ese error de la desilusión o la desgana del objetivo conseguido, es disfrutar el viaje, como tantas veces se ha escuchado en la sabiduría popular, lo importante no es el viaje si no el trayecto, pero yo creo aún más importante es estar presente en cada dolor, en cada momento de vida, en las contingencias que surgen mientras camino, y no en lo que consideró será la felicidad cuando llegue al final del sendero.

Por eso, una mujer que ilumina con su belleza el lugar a donde voy cotidianamente a nadar, me parece muy hermosa en sus rasgos, su belleza natural y radiante, su cabellera rubia y sus grandes ojos azules, y ella es como la dulcinea del Tobozo del desiquilibrado don Quijote de la mancha, me inspira en mis poemas en mis canciones que nunca sabrá que le dedico, porque ella no es mi meta, ni mi objetivo de vida, solo es una ilusión fútil que ilumina mis fantasías, que alimenta la hoguera de mi inspiración, que hace que mis canciones tengan más color, y el recorrido cotidiano a ese lugar sea más brillante, solo por saber que su presencia llenara con su grácil belleza todo el lugar. La construcción de un amor imposible que nunca será amor, y la imposibilidad la pinto yo en mis elucubradas entelequias. Eso crea un objetivo inalcanzable porque no quiere ser alcanzado, una meta que está presente,pero que no es indispensable, la rueda del hámster que hace que este corra solo por correr,sin sentido ni meta, pero con todo el ahínco posible. Creo ahí está la solución de no caer en la apatía del sueño realizado.

Como decía el controvertido Arjona "dime que no, pero deja la puerta abierta" y es que convencernos de que la meta alcanzada nos dará la dicha máxima o el placer total es solo una ilusoria quimera, siendo que es solo la soledad de la montaña en la cima más alta, y un trayecto insípido en el regreso, pensando en el próximo reto a conseguir.

 

armando_vega@icloud.com


                    

  

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