viernes, julio 29, 2022

El amor románico es un convencimiento

 


Aquí en Europa es común ver parejas muy longevas, matrimonios que decidieron pasar toda una vida unidos por lo que ellos llaman “amor”

Cuando lo que realmente los ha mantenido unidos por años, es solamente el convencimiento mutuo de hacer una camino enmarañado por múltiples necesidades que solventan las carencias personales, como el miedo a estar solos, las ganas de poseer, la importancia de aparentar o el tratar de dar a los hijos y familiares una ilusión de unidad, constancia y cimentación.

Cuando a un cerebro de un individuo, muy fácil de ser influenciado se le somete a un proceso llamado hipnosis, se le puede convencer dependiendo del nivel de autoengaño a realizar proezas increíbles, como desaparecer el dolor, dejar de ver una persona u objeto o convencer al paladar y gusto, tanto así, que una cebolla es convertida en una manzana y devorarla con exquisitez.

Siempre que he buscado información sobre el amor, me brinca como resultado el proceso biológico del apareamiento que está más que estudiado y comprendido, somos animales con órdenes biológicas predeterminadas que cumplen el cometido de preservar la especie, esa droga mental que llamamos enamoramiento dura aproximadamente entre 3 meses y dos años, la demás permanecía mutua en una relación longeva, no es más que el convencimiento mental de someterse a una idea, que el cuerpo disfraza de sentimiento y que este mismo se auto complace y genera produciendo pequeñas dosis de drogas mentales que están reforzadas en ideas de auto complacencia y auto engaño.

El cerebro es un mecanismo extraordinario, pero fácilmente engañable, se le puede convencer de que si es ciego, pueda ver, si su creencia es absoluta, lo mismo si es paralitico. Esos mecanismos y su funcionamiento permanecen en estudio constante, porque el poder de auto convencimiento es increíble.

Si el poder del cerebro convencido puede incluso vencer al cáncer, es comprensible que el mono humano mantenga un vínculo afectivo con familiares, amigos, mascotas, patria y religión, no porque exista una fuerza o energía que se llame amor, si no más bien, una serie de condicionamientos que refuerzan las conductas sociales comunes. 

Si una persona pierde la memoria por algún accidente o enfermedad degenerativa, pierde absolutamente el vínculo de amor hacia las personas que sus recuerdos le mantenían enlazados, así que cuando no hay condicionamiento, la persona olvidada es otro sujeto más, sin ninguna evocación sentimental en su haber. 

Es como cuando un reportero le tocó cubrir una nota roja de un accidente automovilístico, mientras que no sabía que el sujeto muerto era su hijo, realizaba su trabajo haciendo bromas y tratando de hacer las tomas más morbosamente posible, pero en cuanto reconoció a su vástago, ya sabemos como cambio absolutamente su actitud.

Esas personas que permanecen unidas por años, en todas las situaciones que he sido testigo, son personas ya cansadas y aburridas de permanecer al lado de alguien, que al haber perdido la chispa que originalmente los unió, terminan, como es lógico, odiando y confrontando a la persona con la que han vivido por años, durmiendo en cuartos separados o tratando de buscar razones para continuar un día más.

Aquellos que dicen que sus padres o abuelos se amaron hasta el final, es posible que solo hayan sido solo dos personas ampliamente convencidos que se amaban, pero ese sentimiento tiene años que ya  no existe en sus corazones.

Cuando los animales buscan pareja, construyen sus nidos o hacen sus migraciones, todo es un proceso evolutivo, ordenes genéticas que no tienen nada que ver con la libertad o decisión de dichos animales.

Cuando una madre, padre o núcleo familiar decide darle todo a un hijo o demás congéneres que ya son mayores de edad y que se pueden valer por sí mismos, solo es un convencimiento de que lo hace por amor, cuando lo que hace que esa acción tenga lugar, solo son una cadena de razones que generan drogas internas al ser soslayadas y que solo satisfacen carencias mentales y emocionales.

Todas las conductas sociales de apareamiento, de cuidado de los hijos y fraternidad son idénticas a las de cualquier primate, no tenemos ninguna diferencia de nuestros comportamientos básicos con los demás monos.

Si analizamos especies que evolutivamente han avanzado mucho más que los primates, como las hormigas o las abejas, estas ya han superado esos vínculos emocionales y sociales innecesarios, ya que el fin de su especie no es el individualismo, es la totalidad del enjambre, colmena o nido. 

Por eso, es claro el sentido evolutivo del egoísmo disfrazado de amor, que solo tiene como fin hacer que una sola especie logre salir de este planeta para que pueda contaminar otros planetas y así el material genético que es inmortal y se esta mejorando constantemente, pueda cumplir con el cometido final, que es existir por siempre o por lo menos el mayor tiempo posible.

El humano vive de un condicionamiento conductual, emociones que disfraza de amor y que se rodea de ritos y conductas supersticiosas que le dan explicación y sentido a sus uniones sociales, sin embargo, el amor como una energía o realidad tangible, es una dimensión desconocida para el cerebro humano.

Cuando se ve en los encefalogramas las diferentes áreas del cerebro que se encienden cuando se supone que el humano esta enamorado o siente amor, no es diferente de cuando ese mismo humano come chocolate, inhala cocaína o recibe buenos comentarios en sus redes sociales. Pero cuando un humano en meditación muy profunda se integra en el momento presente y al mismo tiempo sabe que toda su energía y los átomos que lo conforman se están combinando con todo lo que le rodea, y entiende que el concepto de individuo no existe, las áreas de estimulación eléctrica sucede en todo el organismo, no solo en el cerebro, y su campo electromagnético se expande creando una vibración singular que se equilibra con las demás formas de vida circundantes.

 

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