miércoles, enero 04, 2017

Somos seres únicos que funcionamos mejor en cooperatividad que en competencia


Los deportes son un desfogue de nuestros instintos primarios, esa necesidad adrenalinica de sobrevivir, de prevalecer. El problema es que están basados en la humillación y la derrota de quién no logra ser destacado o vencer ciertos obstáculos psicológicos, físicos o de intereses de terceros.

Simplemente no se puede lograr una conciencia mejor mientras la competencia se base en la denigración del adversario, en la anulación del contrario. Mientras las gradas y eventos públicos multitudinarios estén abarrotados de fanáticos sedientos de emociones animales,  eso exactamente es lo que seremos animales monos involucionados a los niveles más bajos de la conciencia humana ,y entendiendo que ser animal no es ser menos, pero si lo es su comportamiento primario, cuando tenemos tanto de divino en nuestro ser y nuestro intelecto, reducirnos a instintos primarios solo nos deja muy limitados de nuestra naturaleza original.

Ese tipo de comportamiento nos a caracterizado, lo cual le ha dado pauta a la civilización tal cual la conocemos, lo que la hace funcional,pero no por eso correcta o evolutiva en patrones de pensamiento más óptimos.

Entender la cooperatividad como el arma más poderosa de la inteligencia humana es entender el porqué de nuestras diferencias,los colores de piel, los idiomas, los diferentes bio tipos. Esas diferencias las hemos visto como debilidades o como amenazas, cuando en realidad son piezas de un rompecabezas que encajan perfectamente para el bien común.

En la música clásica se muestra la forma en que las diferencias y los matices de múltiples instrumentos forman una pieza única, que es un deleite del todo, donde nadie compite por ser el mejor sonido, es donde el todo es lo importante y la armonía resultante conmueve, emociona y transporta el pensamiento a niveles de entendimiento mejores. Ese es el mejor ejemplo de la renuncia de la competencia y el provecho de cada pieza única de talento en busca de la demostración más hermosa de la belleza.  

Cuando todos sufrimos por evento catastrófico o cuando todos amamos al unísono ante una muestra de talento, las ondas cerebrales se unifican como los de un solo organismo y genera beneficios medibles en los organismos que provocan reacciones químicas que nutren la conciencia y estos patrones de conducta son medibles y observables por la ciencia y provocan cambios en la realidad, pero en medida inversa sucede al ser espectadores de actos violentos o de competición, las palpitaciones aumentan, la adrenalina inunda los organismos y la producción de testosterona aumenta en hombres y mujeres, generando pensamientos agresivos, auto destructivos y competitivos, lo cual es enfocado por los publicistas para vendernos miles de productos aprovechando esos estados inferiores de conciencia y abriendo puertas óptimas para la manipulación mental perfecta.  

Y así es, los eventos competitivos masivos traen como consecuencia altas ventas y mejoras en la industria y la economía, la cual patrocina y alienta estas barbaries, pero los efectos secundarios son él  racismo, la intolerancia, la violencia de género, la guerra, la corrupción, la desigualdad social, conductas que de igual manera benefician al sistema que siempre encuentra la manera de comerciar con todo ese odio generado.    

Se necesita un cambio de conciencia para entender que somos complementarios, no adversarios, que juntos somos dioses, pero segregados y divididos somos hormigas que se puede pisar sin consecuencia. Competir en cualquier cosa o actividad o ser espectadores o fanáticos de eso, solo demuestra lo poco que entendemos nuestra naturaleza, lo poco que entendemos las diferencias entre nosotros, lo poco que entendemos nuestra individualidad, nuestra originalidad. porque si somos únicos en nuestras huellas dactilares, en nuestros iris, en nuestro hablar, expresar, soñar ¿Donde se puede competir con otro, si no existe otro como tú?     

4000 maratonistas  corriendo como idiotas para demostrar que son mejores que otro estupido que corre sin sentido hacia ninguna parte y por ningún motivo, cuando cualquier perro callejero tiene mejor capacidad cardiopulmonar y resistencia que ninguno de ellos poseerá.

¿No es tiempo de sacar la cabeza del culo y ponerse a pensar en las estupideces nos hacemos y que nos provocamos o a las que ponemos nuestra atención y energía, solo por no reflexionar a conciencia de nosotros mismos?  

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