miércoles, agosto 29, 2018

Karate-do el camino de la mano vacía


Comencé a practicar karate por las películas de Bruce lee, y claro la temática que rodea las artes marciales de aprender a defenderte y dejar de ser el niño débil y golpeado de la escuela . Muy pronto descubrí que ese arte era manejado como una franquicia, que los grados se vendían cada 3 meses, con diferentes colores en los cinturones, y que era obligatoria la asistencia a seminarios, cursos y por supuesto los torneos clásicos de karate, donde llegue a acumular multitud de medallas y trofeos (que no sirven para nada, además de ser un estorbo con el tiempo) todo acompañado de sus respectivas cuotas para jueces y organizadores de dichos "negocios" o mal llamados eventos deportivos.

Después me convertí en instructor, y claro, que continuando la tradición del negocio efervescente de la motivación adolescente, ya tenía mi buen número de alumnos, que tenían que pagar su cuota a la asociación correspondiente, y claro, sus pijamas oficiales y sus cambios de  grados, ofrecidos solo por un profesor certificado y cualificado para darte la bendición sagrada del sol naciente. 

Todo se manejaba por y para el dinero (si no es para lo que es creada una franquicia) donde además, cada vez la cosa se convertía en una especie de secta, donde se tenían que adoptar y adaptar creencias de origen japonés, a mentalidades mexicanas, con pintas de respeto y devoción a viejitos inútiles que eran igual de inútiles que el papa y demás charlatanes, pero claro, dentro de la secta karateca se la comprabas y se lo creías por la motivación y lavado de cerebro del cual fui inculcado en este "deporte" ahora, ya por fin de carácter olímpico. 

Aunque les cague a los nipones, las artes marciales son una derivación de movimientos creados en Asia en diferentes partes de China y Tailandia, y que llegó a Okinawa porque este era un centro de comercio libre, ya que esa isla se anexó a Japón apenas en la época moderna. El karate no fue más que una copia y aplicación morfológica y cultural a la mentalidad y problemas de seguridad pública, que derivaron en la adaptación de un método de defensa personal lineal, corto y contundente, simplemente porque los japonecios son pequeños y de extremidades cortas. La vestimenta es una adaptación, nuevamente, de la ropa común de los campesinos de la época; todo, dentro claro, de un pensamiento e idiosincrasia a un tiempo que se aplicó y fue funcional.     

Ahora bien, la mente humana es cíclica y adopta patrones, porque su mente de primate está diseñada para ser así, por causas de evolución y supervivencia. Además de ser animales supersticiosos y fanaticos que buscan agruparse, tal cual lo hacen los primates, en grupos pequeños donde se pierda la individualidad a razón de garantizar la seguridad por numero, igual que hacen los primates. Al desarrollar conductas animales  muy características de los primates, es normal que el mono sapiens también busque el rito y al superstición como sinónimos de identidad. Por eso para los karatekas los símbolos son tan importantes y hasta santificados y venerados, el traje de campesino deja de serlo, y se convierte en un objeto de veneración y culto, tan loco su pensamiento supersticioso que hasta me enseñaron un rito para doblar correctamente mi pijama o disfraz de karateka y las cintas que distinguen los grados pueden ser de hilos de seda con tu nombre. Cuando tenía las primeras dos clases en el club de karate, recuerdo la reprimenda que nos dio un viejo alcoholico que según era el sensei, porque estábamos jugando a saltar la cuerda con las cintas blancas que incluía el disfraz.

Toda la parafernalia que se desprende de esta práctica deportiva sistematizada y posteriormente comercializada, nos lleva a según el auto control, autoconocimiento y la disciplina que nos brinde una forma de vivir más ecuánime y plena.

Y la verdad es que no, mis dos profesores más admirados y respetados terminaron dejando a sus respectivas esposas con tal de vivir su romance con alumnas más jóvenes, y así una serie de conductas mínimas y muy lejanas del supuesto honor que tan pomposamente trataron de aparentar y lo peor de todo enseñar.

Hoy en día el karate se quiere modernizar, se quiere monetizar de una manera más productiva para los vendedores de cosas, que al final son los que patrocinan lo eventos de más alta demanda. Hoy se meten dos Karatecas con sus cinturones negros a destrozarle la cara al otro idiota que se preste a ese espectáculo bajo y vil, que desprecia todo lo que en algún momento la filosofía del arte marcial trato de mostrar, como una filosofía y un camino. 

El arte marcial real, fuera de pijamadas, cintas de colores y eternos días aburridos de competencias inocuas, creo que realmente si es un camino que comienza con la idea de ser violento y que este camino lleva a ser empatico y  compasivo. Cuando se entiende la verdadera fuerza que tiene la respiración el control de los músculos y tendones enfocados con una intención y propósito puntual, llegamos a un nivel de meditación tan profundo que se comprende el presente, y en ese estado presente es donde están todas las respuestas que la psique humana busca. Por eso un buen maestro me dijo un día "cuando llegas a ser cinta negra ahí es cuando empiezas a aprender"estás listo para saber que con el tiempo esa cinta se deslavara y desgastará tanto que se volverá blanca, y cuando eso suceda, sabrás que nada de lo que hacías era lo que buscabas y mucho menos lo que esperabas, pero habrás recorrido el camino, y la verdad está en cómo recorres el camino, no en el destino en sí mismo. He ahí la traducción literal  de la palabra karate do, que es el camino de la mano vacía 

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