sábado, junio 04, 2022

Ninguna cosa te pertenece

 


No se que es peor, los zoológicos o las tiendas de mascotas.

El ser humano, desde que su imaginario amigo “Dios” según le dio potestad sobre toda vida en el planeta, se lo ha tomado muy en serio, tanto así que estamos al borde del colapso pesquero a razón de las redes de arrastre que pescan inmisericordemente, destruyendo toda vida a su paso, o esos chinos con su medicina ancestral y sus sopas de aletas de tiburón, sin olvidar su voracidad por el marfil o demás especies en peligro de extinción.

Esa manera de entender todo lo que rodea la realidad de este mono humano, como un entramado de cosas y objetos que están ahí para su beneplácito, disfrute y goce personal, es una idea tan egocéntrica, tan limitada, tan animal.

Aquí en Suiza, la vida social y anímica gira en torno al clima. La gente odia el invierno, odia cuando llueve y principalmente, odia los días grises, ¿Por qué? Porque creen que el clima está ahí para darle placer, para su deleite. El clima está ahí para ser usado según sus gustos y necesidades. Lo más común es que cuando el sol brilla en todo su esplendor, ves alegría, compañerismo, fiesta, carne asada, sexys bikinis y cuerpos bronceados. Es como cuando llueve las babosas y los caracoles salen por todos lados, así mismo, cuando el sol brilla, salen los pendejos de todos lados.   

Otra forma en la que estos monos quieren apropiarse de aquello que creen les pertenece, es su espacio circundante musical, ya que ahora es común que la gente traiga esos altavoces bluetooth, donde se escucha, como siempre, esa hipnótica, parsimoniosa letanía de palabras sin sentido, ni complicación alguna en su rítmica y presunta armonía. Por alguna razón estos monos suizos creen que es su derecho escuchar su música al aire libre, como si a todos nos gustara oír su gustó musical y amablemente lo comparten en trenes, plazas y parques.

Pero lo más ridículo, es esa necesidad de pintarse el cuerpo con letras, símbolos, imágenes varias, en mi opinión y gusto personal, pintarrajear su propio cuerpo es una pendejada tremenda, una carencia total de neuronas funcionales y ganas de creer que se es único y original, respeto que te lo hagas, porque respeto que te suicides o fumes o te drogues de igual forma. Es algo que claramente yo no pondría en práctica, simplemente porque mostrar públicamente gritos de ignorancia de carencias, de gritos de ayuda, grafiteados en su propio cuerpo, es algo que mi necesidad de comunicación no necesita, ya que para eso está este diario público.

Por eso digo, que no se que es peor, que ver la jaula de un zoológico con animales presos, humillados y mentalmente disminuidos, para el entretenimiento de esos monos humanos, simplemente por creerse algo superior. O ¿que será peor? vender un cachorro de león para tenerlo en la sala de una casa y después dejarlo morir lentamente en alguna azotea, como si fuera un perro común o venderle un pez, una rana, una serpiente a un niño, que bien sabes que lo dejará morir en dos o tres días.

Somos una especie, una de millones de especies que gracias a ese accidente evolutivo se cree inteligente y puede hacer planes futuros, y  además, sabe que va a morir, eso no le da libertad de decidir sobre la vida de todo un planeta, de creer que todo le pertenece y que está ahí para sus propósitos.

Ya basta de creer que somos el centro de la creación o lo más importante del universo. Somos sólo unos pinches insectos perdidos en un espacio gigante y abrumador. Que en vez de estar buscando con que salir de nuestra complacencia y aburrimiento, deberíamos de agradecer de ser parte de un planeta tan vivo, tan evolucionado, tan diverso, tan colorido, pero entendiendo somos solo una minúscula forma de vida, que debe y tiene que ser equilibrada con su medio social, con su rango biológico y su peso en el transcurso de la historia y la evolución.

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