jueves, junio 30, 2022

Si hubiera sido de otra manera la vida

 


El se llamaba Eduardo López y era una persona carismática, inteligente y con un sentido del humor genial. Su vida fue llevada al límite de su necesidad de buscar verdades, respuestas que su padre no puedo ofrecerle y la muerte prematura de su madre, el cual le dio un golpe terrible, que jamás pudo perdonar a nadie y de la cual se culpó así mismo y después a la sociedad entera.

Me educo con buenos valores, muchos de los cuales fueron la base fundamental de mi educación, y sin sus palabras y consejos, seguramente estaría más perdido de lo que fui en eso días oscuros de mi pasado.

Lo respete no como a una figura paterna, pero si como a la persona que mi madre eligió como compañero de vida, y un día decidió irse, dejándonos más solos que nunca, porque aunque siempre se le negó, si fue una parte fundamental de ese pequeño espacio reducido y mísero que llamamos casa.

Cuando tomaba, que era cotidianamente, salía el lado más cómico y social que tenía, podía hacerte reír por horas con sus ocurrencias y payasadas, pero después salía un lado depresivo, sádico y perverso, todo lo que a una persona educada y de buenas maneras hace una transformación radical, al ser víctima de las consecuencias de ser alcohólico.

Siempre me pregunto que si tuviéramos todas las oportunidades a favor y ninguna estigma personal por carga ¿seríamos mejores humanos? ¿Eso cambiaría la naturaleza de nuestros instintos primarios? Digo, tantas personas que han nacido en cuna de oro y son simplemente, por decirlo de la manera más coloquial, unos verdaderos hijos de la chingada. Y también los hay que naciendo con todas las cartas marcadas y las estrellas oscurecidas no se rinden a su destino y sacan de su infortunio, esa fuerza maravillosa que los hace únicos.

Hace unos meses mi sobrina reclamaba todos sus favores hechos en sus redes sociales, y no me gusta dar consejos, ni andar diciendo lo que nadie debe o tiene que hacer, pero si me gusta ser crítico y reflexivo sobre las causas y efectos, porque si nadie te da lo que esperas que te den, es porque quizás lo que diste no fue suficiente o desinteresado para ser devuelto en la misma forma de amor con que fue hecho. Se lo comenté a una amiga cuando me dijo que su pareja quería sacarle unos zapatos italianos y que ella no estaba para que la padroteara un imbécil, y está bien, porque si tu amor no está a la altura de unos míseros zapatos, ese imbécil que no supo ganárselos, efectivamente no se los merece.

Dicho de otra manera, cuando una persona a la cual amas mucho y sufre una pérdida económica terrible, ni siquiera necesita pedir nada, porque ese amor que sembró se multiplicara por miles de favores y depósitos de anónimos que solo quieren que salgas de esa crítica situación, sin saber siquiera que ellos fueron los que te ayudaron.

Por eso en sus últimos años de vida de Eduardo López, siempre traté de darle lo que tenía, claro para que siguiera comprando alcohol y tal vez una que otra quesadilla, pero no habría necesidad de pedirlo, porque aunque fueron demasiados claro oscuros en su vida compartida conmigo, que al final, los momentos positivos son lo que se me quedaron grabados.

Murió en la soledad de estar rodeado de gente que solo se divertía con sus borracheras, rodeado de gente que lo tenía ahí por lastima, por una amistad malograda a razón de ser ese último recurso de los alcohólicos empedernidos, que siempre necesitan una mancuerna para no sentir que la soledad y la depresión están más negras y profundas que nunca.

Un periódico amarillista que lucra con el dolor ajeno lo menciono en su nota roja, una de esas notas que un pobre y mucho más mísero reportero tiene la mala fortuna de escribir para tragar, porque la dignidad se vende también cuando el talento falta.

 Sufrió mucho y no supo hacer de ese dolor una escalera para salir de su propia necesidad de sufrir, de su adición a querer sentir lastima por él, y por lo que nunca tuvo, pero si aún en las mansiones mas bellas, hay  personas físicamente hermosas pero quebradas y rotas por dentro, que también quieren morir y lo  hacen lentamente, como ese, del cual escribo.

Se que tenía un potencial enorme que como siempre la maldita sociedad se perdió, porque la vida es así, porque todos estamos luchando dentro de nuestras propias miserias, y cada cual se rasca con sus propias uñas, como puede y con las herramientas que tiene.

En muchos de mis actos hay una reflejo de las vidas que me han educado, amado, enseñado, odiado o ignorado, pero está bien, todo lo que recibo es nada menos de lo que merezco y nada de lo que tengas guardado para mí es mal recibido.

Así es la memoria, o por lo menos la mía, extraña caótica y sin sentido, que esta tarde te trajo a mis pensamientos y quiso que quedaras fundido en las letras de mi diario abierto.

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