jueves, febrero 25, 2016

Creer es más fácil que pensar



Cuando niños, muchos temían a la oscuridad y a lo que está representa, por miedos ancestrales genéticamente aprendidos, que nos hacen temerosos de lo que nos mantiene indefensos, como es la noche, el sueño, la oscuridad.

Los pequeños aprenden a usar métodos que contrarresten sus temores, como es una pequeña luz en los enchufes, y con esa pequeña luz de esperanza, ya, por arte de magia los miedos desaparecen. También depositan la confianza en un muñeco de peluche o una manta especial protectora, que ayuda a aliviar el temor a lo desconocido. una vez aferrados a nuestro inanimado objetó, podemos dormir con tranquilidad, porque con toda seguridad el objeto de nuestra confianza nos salvara de todo peligro.

Entonces crecemos y depositamos esos mismo temores y paliativos en cosas de adultos. ya no tememos a la oscuridad, pero tememos a la muerte, a la incertidumbre, a la pobreza, al frío, al hambre, a la violencia, entonces buscamos los mismos métodos que aprendimos desde niños, depositamos nuestra seguridad en religiones, supersticiones, representaciones de estatus social y económico.

Los libros de evolución del cerebro humano explican las religiones y creencias mágicas como un proceso de la conciencia por liberar la presión de la incertidumbre, he ignorancia de la naturaleza de eventos que están fuera de la comprensión de un entendimiento limitado, por falta de experiencia o investigación en la raíz de los fenómenos físicos o sociales.

Si las creencias religiosas mágicas y supersticiosas son un fenómeno social muy estudiado por la ciencia, ¿porque aún así el ser humano sigue embrutecido por tan pobres ideas arcaicas, barbarás, paleolíticas y primitivas? 

Se dice que de la caja de Pandora salieron todos los males y todas las virtudes, dejando al final a la esperanza, por que siempre es lo último que se pierde, me pregunto ¿si no fue está el peor de los males que había en esa famosa y mitológica caja?

 

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