domingo, marzo 25, 2018

Insensibles los dormidos


El viaje comienza en la explotación y la pobreza de una mujer centro americana que vive sin luz, sin agua potable y en las condiciones más insalubres que un humano puede soportar. cuando ya no tienes más que perder comienzas a buscar opciones para sobrevivir. Una aventura terrible que continúa arriba de un tren, donde te robaran las pocas pertenencias que conseguiste llevar, donde te violarán, y posiblemente te corten la cabeza por diversión; si la libraste, finalmente llegaras a una frontera, donde la opción más viable es cruzar un desierto que tendrá 40 grados a la sombra en las mañanas y menos 10 grados en las noches, aún así te arriesgas a cruzar con la esperanza de ser un empleado indocumentado más, víctima de malos tratos, discriminación  y racismo, para que con tu esclavitud y necesidad muevas una economía fructífera, rica y llena de plazas de oportunidad.

No hay garantía de que consigas una de esas oportunidades, y al menor descuido un guardia de la migración te deportará,dejándote donde comenzaste, para iniciar todo el suplicio una vez más.

Mi grupo de conocidos, con una vida burguesa capitalista y consumista, comiendo, más bien engordando a displicencia y celeridad, donde su mayor preocupación es: que lugar elegirán para vacacionar las próximas semanas libres, a qué ciudad italiana van a ir de compras, o cuál es la mejor opción para esquiar en invierno, donde además tienen cada mes, dos a tres días libres, porqué les dolió un poco la cabeza a causa del estrés o tenían un resfriado, porque salieron a fumar, y los cambios de temperatura les afectó. Aún así, su letanía es constante, sus quejas de que trabajaron dos minutos de más, que el otro empleado no se esfuerza al mismo ritmo que ellos, que deberían ganar más dinero por hora, que tienen depresión porque no sale tanto el sol como quisieran. No se, es solo imaginación, pero si un día cambiaran de papeles, si un día fueran esa mujer centro americana que tiene que ser esclava por 5 dólares, si pasaran el suplicio de llegar a donde llegó, si vivieran esas jornadas laborales, sin permisos de enfermedad, ni siquiera una pausa para la comida. ¿Seguirían siendo tan desagradecidos e ingratos con la vida de lujos que tienen?¿Apreciarían la suerte que tienen de ganar el sueldo más alto de toda Europa? ¿En algún momento apreciarán siquiera que pueden caminar, que pueden ver, que pueden escuchar? ¿Sabrán que hay un mundo de maravillas que sucede a su alrededor mucho más grande que sus pequeñas y vanas vidas?.

Sé que hay gente que vive en condiciones mucho más precarias que la indocumentada con la que inicie mi reflexión, como los niños mineros esclavos que buscan los minerales para los cosméticos de Revlon o como los niños esclavos que cortan Palma en el Congo para las compañías industriales de productos cancerígenos que se venden en las cada centro comercial o los niños esclavos que cosechan cacao para las chocolateras Europeas.

Se que nadie aprende en cabeza ajena y ninguna lagrima merece ser demeritada, pero si alguna vez abres los ojos a la miseria y grandeza que se encuentra en un mismo mundo, tal vez y solo tal vez,contemples que lo que te aqueja, lo que te acongoja, es nada, en comparación a lo que otros están sufriendo y padeciendo ahora mismo.           

La falta de empatía y consideración de algunas personas me entristece. La ingratitud de la mayoría de mis cercanos me enerva y saca de mis casillas.

Ponerte en los zapatos de otro es comprender que hay un mundo fuera de ti, saber que otros tienen nada a cambio de que tú tengas todo y que aún teniéndolo todo, sufres por creerte merecedor de más. Ingrata la gente es no hay cuestión, insensibles los dormidos son, sin duda alguna.


armando_vega@icloud.com 

No hay comentarios.: