jueves, septiembre 08, 2022

La delgada linea del respeto

 


En cuanto a las libertades, hay limites que el ser humano debería de tener, ya no digamos mesura en cuanto a lo que cree como su derecho de sentir, vivir, escuchar o expresar, pero si unos límites  éticos.

Digo, si uno vive desde su casa una sexualidad muy expresiva, claro que es su derecho llevar a cabo el desfogue de su pasión dentro de las paredes de su intimidad, y si esas paredes son tan delgadas que los gritos de su mujer y esos resoplos del obeso marido se escuchan hasta una cuadra a la redonda, ya es problema del espontáneo espectador, el que debe de aguantar y respetar el derecho de aquel vecino muy fogoso y expresivo.

Ahora bien, si vas a un restaurante con terraza y te toca una mesa al lado de un fumador, no te queda otra opción que tragarte todo el humo de ese ser humano, que no solo se esta dando en la madre con todos los químicos que se mete voluntariamente, también de paso, te chinga a ti por ser fumador pasivo. Pero en España, por lo menos en las terrazas hay una regulación que obliga a los fumadores ir a áreas destinadas para ello, sin tener que chingar a los demás, eso es una obligación legal, pero jamas será una decisión ética.

Lo mismo sucede cuando alguien está hablado por teléfono en el transporte público y de pronto te enteras de toda una perorata de información intrascendente y muchas de las veces íntima, que no quieres ni precisas, pero que este locutor emocionado, despotrica con animosidad y aspavientos, sin tapujo alguno, como si estuviera solo en dicho viaje colectivo.

A los políticos les encanta repetir la frase de un escritor griego que le atribuyen a Juárez que reza que el respeto al derecho ajeno es la paz, y si, yo puedo respetar todo  aquello que he relatado, pero ¿en donde esta el derecho mio de respirar, de no escuchar tus sandeces? ¿porque ese derecho puede ser violentado siempre y cuando no exista una obligatoriedad?

Ahí es donde la ética y el civismo deberían de ser la parte mas fundamental del entendimiento común y no las leyes, porque los que aplican las leyes y las cuidan de ser aplicadas, por o general son los primeros en buscar recovecos jurídicos para incumplirlas.

Sale la noticia que tiene muchas aristas y otras verdades que no están claras, de que una mujer recibía amenazas de un vecino inconforme de su hijo autista que tiene ataques y produce un ruido, imposible de pasar por alto, mas aun cuando lo realiza a todas horas. La respuesta, aparentemente fue en quemar viva a la vecina, si fue así, eso fue una respuesta a una situación extrema que no solo no termina el problema, lo lleva a niveles mas que reprochables e imposibles de mediar. Pero eso es una realidad, porque un día puede ser que tu libertad violente tanto la libertad de otro, que no sea posible llegar a un acuerdo civilizado o puede ser que las libertades tuyas estén por encima de las libertades de tu vecino y hagamos las ley del ojo por ojo.

En la playa de España que fui a vacacionar sucedió que un viejo cuarentón llegó caguama en mano y un reproductor Bluetooth a todo volumen a un lado de los salvavidas y una patrulla de la guardia civil, sin que nadie le dijera algo y sin que en su estúpida cabeza cupiera la idea de que quizás no todo el mundo gusta de su lista de reproducción. Lo mismo en el bufet del hotel, una mujer llena de tatuajes y con mirada atrapada a un teléfono que su pobre y muy limitado cerebro entretenía su tiempo, con vídeos cortos que se auto reproducían con diferentes niveles de ruido y sin inmutarse siquiera de que a lado había personas que solo deseábamos tener un desayuno en tranquilidad.

Esta claro que el egoísmo y la poca empatía es ya una normalidad, la gente ya no lo concientiza, la gente solo actúa, porque es lo que todos hacen, y quien no lleva esas acciones es porque no está aprovechado esta nueva sociedad permisiva que te da tan buenas opciones y libertades.

Pero es  ahí, cuando debamos reflexionar si un humano de pronto sobre reacciona aventando una persona a las vías del metro, otro le prenden fuego a su vecino o algún otro rompe la ventana del hotel que se hospeda y asesina a sangre fría a los azarosos espectadores de un concierto de country.

Porque, aunque son actos de gente llevada al limite y sumamente reprochables ¿Por qué dejamos que la sociedad llegara a ese limite? ¿Por qué no buscamos los antecedentes a esas reacciones tan terribles? Al final quedan las lagrimas, los lamentos y los porqués, pero todo ello sin llegar a la autocrítica y mucho menos sin llegar a preguntar ¿hasta donde están los limites de nuestras libertades?

 

 

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