jueves, septiembre 29, 2022

Nada de cambio ni ayer ni hoy

 


Cuando desee que estos monos humanos tuvieran un alto en sus ajetreadas vidas, no esperaba que ese alto seria tan drástico y tan dramático, como lo fue el confinamiento de la pandemia.

Ahora ya viendo a lo lejos que resultó de ello, en mi deseo de que esos monos nerviosos, neuróticos y paranoicos tuvieran un minuto de silencio y reflexión para entender un poco la importancia del presente y la importancia de aprender a apreciarlo, porque el presente es lo único que tenemos.

A dos años de eso tiempos tan difíciles para el mundo civilizado, veo con desanimo y con desilusión que nada a cambiado, las personas regresaron a su prisa a su inconsciencia a su consumismo de siempre, solo mantenían los motores encendidos, esperando el banderazo de salida para regresar a seguirse mirando el ombligo.

Pero es triste, porque fue una oportunidad única, para darse cuenta de lo que estaban perdiendo, esencialmente por no tener plena concentración en el momento presente.

Ahora la gente va a los clubs sin ninguna protección, va a las vacaciones teléfono en mano, perdiendo el tiempo como siempre, consumiendo y tratando de salir de sus vidas aburridas, buscando en las cosas prescindibles una respuesta que jamas podrán encontrar.

Es verdad que durante la crisis del confinamiento, por mi gran amor y empatía naturales, sufrí con ellos, tuve tristeza por sus muertos, y sentí dolor por su encierro. Ahora, solo siento decepción por ver que son como perros sin conciencia, esperando el premio, con la mirada perdida, con la atención solo puesta en el bien que obtendrán, en el placer que vendrá, sin mirar las consecuencias, sin buscar en el dolor la lección que está les traía.

Tal vez solo veo superficialmente las causas y efectos de lo que estas experiencias mundiales trajeron. Es posible que este corto de miras por saber todas las lecciones escondidas, pero en lo que he visto, no hay ningún atisbo de conciencia en las personas que me rodean.

Aún hay locos que usan sus cubrebocas para toda ocasión, como el único recurso de fe, para tratar de aunque sea con eso, parar la paranoia de morir, claro, no por el temor de contagiar a otros, tan solo como un placebo de que el virus no los infectara. Pero aun siguen fumando y eso no es problema, pero aun tienen una obesidad terrible y eso no es problema, pero después, como en el caso del los locos con cubrebocas en el gimnasio, van a las salas de descanso o las albercas, ya sin su sagrada protección, como si el virus fuera selectivo.

El virus se disipo, pero no así la estupidez humana, que es más pandémica y mas peligrosa que cualquier alerta sanitaria.

Por mas que dese que algún castigo o lección dura les de una sacudida a su intelecto, he perdido la esperanza de que eso suceda, porqué su obnubilada conciencia no aprende, por mas dura que sea la caída, por mas cruda la vida se presente.

      

    

 

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