miércoles, agosto 10, 2016

Al final, no hay Mal ni bien, sólo evolución



Dicen los orientales que las consecuencias de las acciones que realizamos tienen participación en nuestro destino más profundamente de lo que creemos, no simplemente por la cuestión causa efecto que es una relación de sucesos que desencadenan en un fin determinado por acciones precisas.

Las matemáticas y la física nos dejan claro que todas la leyes que rigen el universo son posibles gracias a muy efectivos equilibrios que suceden desde nivel sub atómico hasta niveles macro cósmicos.

Hay un equilibrio de fuerzas tan intrínsecamente laborioso que deja fuera el pensamiento del caprichoso azar para adentrarnos en un plan más estructurado y mejor organizado de lo que percibimos con nuestros cálculos matemáticos más avanzados.

El universo en general se comporta más como un organismo vivo, complejo y unificado que funciona en relación de que todas sus partes trabajen haciendo su misión con precisión milímetrica, al igual que sucede con la función de las células más básicas, hasta la creación de la vida dentro de la gestación o la polinización.

Si de pronto, fenómenos sociales como la religión organizada, la migración, la guerra o el encumbramiento de civilizaciones en determinados momentos de la historia de la humanidad son generados no por decisiones interpersonales o efectos de el pensamiento conjunto, si no más bien por momentos preciso, ciclos que se cumplen por causa de alteraciones magnéticas del campo terrestre, por la elevación de la temperatura en ciertas áreas del planeta o por la cercanía de ciertos planetas o lunas.

No es casual que movimientos políticos y religiosos con repercusión en la economía mundial tengan fechas que coinciden con eventos astronómicos muy bien calculados y que además fueron y han sido realizado por múltiples culturas contemporáneas y por la mayoría de civilizaciones antiguas.

Si dentro de la hipótesis del todo como un organismo consciente, este organismo reaccionara dentro de patrones repetitivos y constantes que mediante la observación pudieran ser controlados, medidos y utilizados para beneficio común, entonces las acciones a nivel humanidad dejan de ser un factor de bien o mal, más bien son sólo una conexión de eventos relacionadas a procesos concretos que funcionan cíclicamente, independientemente de lo que creemos como albedrío o libre pensar.

En el hipotético panorama de ser solamente elementos de procesos que nos sobrepasan en entendimiento y comprensión, el albedrío vendría a ser sólo una ilusión que nos da sensación de control y seguridad, una ilusión que nos mantiene cuerdos y que nos da propósito personal, cuando realmente somos sólo piezas de eventos que nos dirigen hacia niveles más altos de evolución, pero que nada tienen que ver con el individuo  en si mismo, pero si mucho con el organismo universal. 

Como ejemplo más clarificante de estas cavilaciones personales es que podemos observar el comportamiento de organismos y sus reacciones con el fin de predecir terremotos, huracanes, tormentas, tsunamis  y fenómenos meteorológicos que aún no podemos predecir con exactitud. En algunos laboratorio de Japón y China se estudia el comportamiento de hormigas y ranas que al parecer son capaces de sentir las diferencias de campos electromagnéticos y reaccionar con mucho tiempo de antelación  a tormentas eléctricas y terremotos. Algunos programas de comportamiento social que analizan las búsquedas y tendencias de internet aunados a relojes atómicos precisos son capaces de predecir el comportamiento de la bolsa y por esa razón tener ventaja comercial y económica sobre los demás competidores y por lo tanto ganancias estratosfericas. Se sabe que en luna llena hay mayor índice de criminalidad, que hay más partos y eventos que tienen que ver con la pasión o la consecuencia de esta, por lo que en algunas localidades los servicios de emergencia están más alertas en la prevención más que en la atención, pero sólo en días de luna llena.

Un dato curioso es que en tsunami de Indonesia la mayoría de gente que se salvó fue la que podía comprender el comportamiento animal, aquellos que al entender la conducta anómala de la fauna reaccionaron acertadamente y de esa manera pudieron prevenir una situación que les costaría la vida de no haberla anticipado.

Hay investigaciones matemáticas que estudian las variables que resultan de eventos traumáticos mundiales como el 11S o las guerras mundiales, pero que el inconsciente colectivo los predice con días de antelación.

Digamos entonces que el universo funciona como un organismo, que cada una de las vidas y energías que lo conforman le dan  la evolución precisa hacia un camino que nuestra comprensión limita, eso quitaría cualquier atisbo de premio o castigo, de bueno y malo, de karma positivo o negativo, dado que el cuerpo o campo universal reacciona a estímulos precisos que lo mejorarán en todo sentido. Eso quitaría la culpa y la maldad intrínseca del ser humano, cuando sólo somos patrones específicos en una realidad que no funciona como quisiéramos, pero si como debería, de manera precisa sistemática y controlada.

En conclusión todas tus decisiones, toda tu historia personal, toda tu cultura, ambiciones, sueños, anhelos y capacidades están determinadas por eventos más grandes que un Dios o tu propio juicio, es posible que lo que te hace ser exitoso, drogadicto, gay, posesivo y egoísta, sean factores externos como haber nacido dentro de una conjunción planetaria determinada o que en ese año hubiese más manchas solares, que la tierra tuvo más débil el campo magnético o que había luna llena. Es increíble y aunque  las pruebas que lo demuestren  son muy débiles y debatibles existen como posibilidad y eso es suficiente para despertar la curiosidad al respecto y responder muchas preguntas  aún por formular.

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