martes, agosto 16, 2016

Consume hasta la muerte


Si algo remarcarcara está edad dorada del desperdicio y el consumo, es lo fácil que fue manipular y dirigir a un grupo de seres humanos de manera tan simple sencilla y demencial como lo ha sido este fin de siglo XX y comienzos del XXI.

Tal vez la gente no recuerda, o tal vez por tales manipulaciones no se da la tarea de investigar, como fue que caímos en esa vorágine de necesidades superfluas que nos convirtió en una sociedad de consumo, basada en el gasto energético de fósiles, dos de las cosas más dañinas para el medio ambiente, la calidad de vida y el suicidio colectivo del que nadie puede escapar si es que quiere vivir en un mundo moderno y "civilizado"

Las necesidades primarias de supervivencia movieron a los primeros hombres a ser nómadas para poder encontrar techo y alimento necesarios para su existencia y desarrollo, en cuanto se inventó la agricultura se pudo establecer en colonias que dieron tiempo de organizar sociedades complejas llenas de ritos, religiones, guerras y construcciones  megaliticas,  pero aún así dentro de estos atisbos de civilización, el comercio era una forma de expandir los pequeños pueblos, conquistar otros por sus riquezas y recursos, y de esa manera expandir el conocimiento y la tecnología de esos entonces. La necesidades de aceites, especies, telas de de seda, pólvora y semillas, eran las que marcaban las rutas que siguieron los grandes conquistadores y exploradores.

Entonces se buscaba cubrir la necesidades básicas urgentes y todos los utensilios domésticos y de trabajo eran considerados objetos prácticos sin representación ostentosa de bienes materiales. Sólo los monarcas, faraones o sacerdotes gozaban de distinciones que por su lugar que tenían en la sociedad se entendía su lujo y riqueza a ojos vistos.

La industralización de bines materiales trajo consigo un exceso de todo y esto trajo consigo la depreciación de cualquier utensilio que antes de eso eran muy pocos y absolutamente necesarios y además de duraderos, ya que esos mismos menesteres eran reutilizados por familias por generaciones. La abundancia trajo consigo dos problemas que era la necesidad de mano de obra barata y la obtención de materias primas constantes, eso fundó ciudades y creo los grandes monopolios y consorcios que siguen estando en el poder hasta la fecha.

Con la facilidad que era obtener casi cualquier cosas útil a precio irrisible, trajo la brillante idea de dotar de sensaciones productos inertes, con el fin de que esos productos dejarán de ser cosas utilitarias y se trasformarán en banderas y estandartes que representarán la valía, talento y éxito de quien las poseyera.

De todo este gran trabajo de ingeniería social se encargaron psicólogos y sociólogos que por años estudiaron y experimentaron con la conducta humana, con el fin de hacer al individuo víctima y adicto de el consumo, ya no por necesidad si no por buscar dentro del producto deseado su  felicidad.

De ser consumidores por necesidad, nos convertimos en buscadores de placer, recolectores de estímulos placenteros que se nos inculcaron hábilmente desde la niñez mediante la escuela, la música, la televisión y el cine.

Es una lista enorme la que ocupa la ingeniería social y que a quien le interese puede buscar más datos con el fin de entender como ha sido manipulado, con el fin de pertenecer a un sistema que ya no puede parar y como forma parte de un plan y una muy bien orquestada trama ficticia que origino seres humanos desechables, dependientes de obtener más y vivir con prisa, con el fin de mantener la angustia y la ansiedad prendidas las 24 horas, y así mantener ávido el fuego del deseo. 

Después de indagar y escarbar un poco el entramado que los grandes corporativos nos inculcaron seductora y subliminalmente es estúpido seguir jugando el mismo juego banal que obliga a llevar vidas vacías llenas de sueños materiales. Nos engañaron, manipularon, coaccionaron y educaron  en un modelo de vida falso, con falsos valores y falsos estándares de belleza y felicidad, y lo que es peor, se los compramos, tanto así, que hay pocos seres humanos que puedan dar marcha atrás en busca de un modelo de vida distinto.

Ojalá se despierte la curiosidad del mundo y entienda que hay otra realidad de las cosas  ojalá que deje de darle valor a objetos que sólo son herramientas que nos hacen la vida más cómoda, pero que eso objetos no deberían de ser el motivo y razón de nuestra existencia, es más, diciéndolo mientras los escribo, se me hace increíble que eso sea lo que despierta y motiva al 99% de la población industrializada y moderna.

 

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