¿Acaso se cansa el
sol de brillar majestuoso en la negrura del universo gigantesco frío y
distante? Te cansaste de escucharme y yo
de mantener mi voz en alto ¿acaso se cansa
el viento de despeinar tu negro pelo azabache, cuando furioso cae en
picada al norte de tu región? Té cansaste de sostenerme y yo deje de sujetarte,
apoyándome en otras manos refugiándome en otros brazos, cansado quizás de luchar por mi.
¿Acaso se cansa la
tierra madre benévola de su danza perfecta sobre sí misma y al rededor del sol?
Te cansaste de amarme, de darme refugio en tus pensamientos, en tu corazón y en
tus más sublimes sueños. Pero yo aún sigo brillando en la negrura de mi soledad,
aún sin ti, sigo buscando mi libertad encontrando nuevos pasos, en nuevas
tierras, nuevas rutas, y si, aún no me canso de guardarte en mis sentimientos,
en mis letras, en mis palabras, en mi desgastado corazón que aún brilla, que
aún vibra con su incontenible fuerza que aún sigue latiendo al ritmo de una
canción que comenzó esa primera tarde que el destino nos cruzo.
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