jueves, septiembre 08, 2016

Y si... Te di mi vida entera



Te di mi corazón, y si, no había devolución, ni reclamación a contra entrega. te di mi vida entera, aún sabiendo que no sabrías que hacer con ella, aún sabiendo que nunca me podrías amar como yo a ti.

Ahora que no tengo más vida, ni más corazón, aún así no me arrepiento de haberte amado, ni de haberte dado todo lo que podía, con todas la fuerzas que el amor me otorgo.

Que sigo viviendo, si ¿Se podría decir eso? Puede ser, claro, digo... sigo respirando comiendo y todo eso que se supone debería hacer una persona animada, viva, normal.

Pero aún envuelto en todo eso que llaman vida, se que deje de vivir exactamente una tarde de mayo, esa tarde que te dije adiós para siempre, y supe en ese momento, que sólo sería un preámbulo a mi espera por lo inevitable y natural, que es dejar de existir físicamente, porque desde que crucé ese portal, deje de existir para ti.

Soy como una serpiente que dejo la cáscara desnuda y vacía en algún lugar y se mudó a otra parte, y ese residuo y despojo que sobró, soy ese, que ahora transita solitario por las calles oscuras y húmedas de una patria ajena, una vida prestada, un tiempo irreconocible, como ese que me mira cada día en el reflejo del espejo.

Te di mi vida, y aunque no fue la decisión más fríamente pensada, fue la decisión más pura y real que he tomado en mi vivir. Que no supiste que hacer con ella después de mi partida, que ahora vaga solitaria en el olvido y el frío de la memoria de una mujer que ya nada puede hacer con ella, ni sabría que hacer ahora mismo con ese recuerdo que se perdió en la pequeña historia de mi tiempo contigo.

 Fueron años hermosos, días que aún conservo y rememoro con tanta felicidad en mi nostálgica y fría manera de recordar, de vivir y de actualmente sentir.

"Si yo tuviera el corazón, el mismo que perdí" dice el tango trágico, ese  que tanto te gustaba y que ahora me calza de manera estupenda.

Nada que decir, ni reclamar, ni maldecir, nada que anhelar, ni nada por mendigar, a lo echo pecho. Nada busco, nada espero y sin embargo aquí estoy, tapando ese hueco de mi pecho que se anidó en mi costado izquierdo, presumiendolo,  exhibiendo o simplemente siendo un poco sádico conmigo mismo, sin un fin preciso, ni claro, sin un porque de tanto llorar sufrir y suspirar, de un pasado que ya no se vislumbra bien desde esta mirada empañada y anegada por un llanto añejo, que añora, ya no digamos su corazón, digamos pues que añora y sufre por  el tuyo, ese que perdió y que más le dolió perder aún más que el propio.

No hay comentarios.: