sábado, septiembre 03, 2016

Síndrome de muerte espontánea (relato fantástico)



Me lo dijo el doctor con una solemnidad que me pareció graciosa, y lo escuche en cámara lenta, como si viera una película, como si fuera testigo del evento y no protagonista. su condición es rara, no tratable y sin remedió alguno( jajajajaja como si la muerte tuviera remedio pensé) usted padece el síndrome de muerte espontánea, me dijo el doctor, como si yo entendiera con eso lo que me estaba diciendo, como si con esa sentencia mi imaginación comprendiera lo que me venía a continuación o me preparara para la noticia que recibía. Ese síndrome es una particularidad del sistema nervioso, donde el sistema se apaga de improviso, como si te desconectarán de la corriente eléctrica y así súbitamente dejas de existir. Podría ser, dormido una noche cualquiera, manejando de regreso a casa, viendo una película en algún cine, podría ser en cualquier momento, por que no hay ningún aviso, ningún antecesor de dicho evento, no hay ningún deterioro del organismo palpable que denote síntomas de lo que se avecina,no, nada, sólo así un día dejas de ser de existir, de vivir, así nomás, se acaba.

Sin medicamentos que sirvieran al menos como placebo o algún tratamiento experimental que me diera alguna leve esperanza.Salí de la consulta muy contrariado, con miles de ideas en la cabeza, con miles de preguntas por resolver y cientos de círculos por cerrar.

Ya han pasado algunos años desde ese evento y si, después de unos meses muy difíciles para mis amigos y familiares, las cosas ahora no son más distintas de lo que nunca fueron, ya no vienen amigos a verme con cara de quien ve a un desahuciado que le quedan uno días de vida, ya no hay las comidas homenajes y decenas de conmiseraciones que los cercanos tenían conmigo, está agonía de la espera ya se alargó mucho, saber que vas a morir pero no hay una fecha concreta, afecta el gran final.

Cada día mis despertares han sido memorables, porque cada noche es posible que sea la última cada comida cada desayuno cada respirar podrían ser los últimos. Es verdad que en esta años podría haber muerto en algún accidente automovilístico o aéreo o en algún atentado de esos que se pusieron ya de moda, pero la verdad es que la preocupación estaba latente en espera de ese momento súbito y espontáneo que sorpresivamente  llegaría,no se, tal vez es más dramático saber de algún momento determinado,que  de algún momento fortuito.

Borre la pornografía de mi disco duro para evitar momentos incómodos y siempre ando con los calzones limpios por las canijas dudas,  traigo indicaciones en la cartera por si la muerte me llega lejos y también un seguro ya pagado, que se encargara de los trámites necesarios.Por un momento el sexo por compasión  con un moribundo fue bueno, pero no así para formalizar nada, digo quien quiere de papa de su hijos un muerto ya cantado. Ya han pasado 30 años de vivir al día, de no ahorrar nada para el futuro incierto que aún no termina. En estos años han partido la mayoría de mis cercanos, esos que esperaban para enterrarme los enterré yo primero, muriendo como si no lo supieran, viviendo inmortalmente como si no les hubieran dado la noticia como a mi.

He vivido con la noticia de que cada día puede ser el último y por lo tanto desarrolle mi filosofía de  vida así, pero acaso, ¿No es así como vivimos todos? sentenciados cada mañana a lo que el destino depare¿Que nos da la garantía del mañana? o si quiera del minuto siguiente, sólo un muy elevado optimismo, una muy enraizada confianza del futuro, basado sólo en nuestro narcisismo y la necesidad de tapar el sol con un dedo.

 Amigos cercanos que tenían planes de vida de diez años, agendas repletas, muriendo por culpa de un conductor borracho que creía ser un veloz corredor de autos que al final no le paso nada por la divina providencia. Amigos que por un error de un medicamento murieron, dejando sus planes de boda y vacaciones pendientes, un río agitado, un segundo de descuido una pela en un bar, todo eso detonantes de muertes estúpidas y no planificadas.

Pues la vida sigue y la sombra de la muerte aún me ronda(como a todos) como los buitres en el desierto, ya no me angustio, ni me aterro, he aprendido a vivir con ello, poniendo solamente atención en el paso que daré a continuación, amando cada instante que es un regalo, y que he aprendido a agradecer al llegar la noche o al empezar un nuevo día.

No hay comentarios.: