domingo, mayo 01, 2022

El premio

 


En la conducta reproductiva de los pájaros, hay una muy curiosa forma de cortejo en la que algunos pájaros ofrendan materiales brillantes a las pajaritas, estas se deslumbran dependiendo lo brillante que sea la oferta, y según la mejor opción es que deciden reproducirse con aquel pájaro que se esforzó más.

Es una singular forma que encuentra la naturaleza para hacer que nos esforcemos a cambiar a evolucionar en mejores formas de vida inteligentes y complejas, por eso, aquellos que arriesgan su vida, compiten, se esfuerzan más que el otro, son lo que tienen más oportunidades de transmitir sus genes, ya que son más fuertes y mejor adaptados, y eso, con el tiempo mejorará la especie.

Leyendo el libro de mundos paralelos de Michio Kaku, ahí menciona una anécdota sobre una mujer astrónoma Vera Rubin que vivió en un tiempo altamente machista, misógino y denigrante para su sexo femenino y además como representante científica tuvo que enfrentar el poco recibimiento que tuvieron sus ideas sobre las galaxias y la materia oscura.

Pero, ¿es que acaso no debemos ser agradecidos porque alguna idea, tono, dibujo o frase mueva los engranes de la creatividad colectiva? ¿No es verdad que al perder la gloria ganamos eternidad? Entonces es ese deseo animal el que nos mueve a merecer crédito, reconocimiento y mérito por todo lo dicho, pensado y escrito, cuando todo eso no es más que el resultado de la gran interacción social que está contaminado de múltiples formas, sonidos, ideas y creatividad por doquier.

Somos como aquel pájaro que busca recopilar un sinfín de piezas de colección que nos de valor y trascendencia, solo con el fin de cumplir el trabajo evolutivo de la especie y así en recompensa de fortalecer los genes, creyéndonos que somos exitoso y felices.

Siempre me he preguntado ¿porque George Martin productor, compositor y arreglista de los Beatles no aparece como co autor? si la mayoría de los arreglos e ideas sobre las canciones más clásicas de los Beatles fueron suyas.

Cuando crecemos de una manera integral en nuestra conciencia, sabemos que ningún reconocimiento, medalla, trofeo o premio significa realmente nada, solo es un trozo de vidrio o metal que dice que somos mejor que alguien más, pero realmente solo somos contribuyentes a hacer que la complejidad de la vida se desarrolle de una manera más prolífica, en cuestión de ingenio humano.

La belleza de la renuncia del ego está en que no importa quien disfrute de nuestro talento, trabajo, arte o labor, ya que el premio está implícito en hacer lo que amo, y si mi contribución nos acerca a un mejor resultado, si, mi ego pierde pero la humanidad como conjunto gana muchísimo.

Entonces digamos que a Gabriel García Márquez le contaron en su pueblo las historias que después hábilmente recopiló en un bellísimo libro llamado cien años de soledad, si, el Nobel de literatura fue suyo, las mujeres, los viajes, la fama y el dinero fueron suyos, pero los que ganamos fuimos todos.

Si, Vermeer y Caraggio pintaron personajes públicos, transeúntes que se convirtieron en bellas obras de arte, y si, ni siquiera sabemos quién fue la chica de los aretes de perlas, pero una vez más, la que ganó fue la humanidad.

No me importa quien sea el vehículo que trasporte nuestro mensaje, lo que importa es que ese mensaje te llegue, te conmueva, te aliente a seguir adelante, te inspire, y si quieres, te motive a robar mis escritos, mis ideas, que en el crecimiento espiritual y mental que tengo, yo no necesito ni alabanzas, reconocimiento, ni siquiera tu dinero. Soy una voz que repite el eco de muchas voces, que dijeron lo que ya dije, y que hicieron lo que ya hice. 

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