Cuando hay
mucho movimiento en el fondo de un estanque la arcilla que se levanta en
relación a la acción no deja ver el agua con claridad, pero aún así se continúa
con la acción, pensando inútilmente que así se aclarara en algún momento el
agua.
De esa forma
es que se buscan fiestas, escapes, viajes, amistades, música estridente, sexo y
un sin fin de conductas que buscan clarificar nuestra mente apartando lo que
consideramos soledad.
Hacer algo
por mantenerse ocupado no precisamente es estar siendo provechoso o asertivo,
muchos leen para poder tener tema de plática, por estar a la moda de las
lecturas que grupos de amigos comparten y eso en cierto modo es positivo, leer
sea la razón que sea, es positivo, pero mientras el conocimiento no tenga un
cause a una nueva forma de integrar ideas sólo será un distractor de la vida y
un escape de la monótona realidad.
En general
la gente está insatisfecha con su vida cotidiana y busca en estímulos externos,
satisfacer y menguar esas carencias y manías mediante ruido, un ruido que los
mantenga lejos de pensamientos, lejos de enfrentamientos internos que te
cuestionen el porque de tu actuar.
Siempre el
silencio y la soledad cuando son apreciados y practicados sin miedo traen
conocimiento del yo, que de ninguna otra manera se consigue, el problema viene
cuando hemos sido educados en la cultura de la evasión y es una forma natural
de llenar la vida.
La soledad y
el silencio al ser enfrentados sin temor a lo que encontremos, nos hará ver las
cosas con más claridad, son esa quietud que se consigue al dejar que el
estanque repose su sedimento y por fin se pueda ver el agua de la manera más
clara posible.
Apagar
cualquier artículo electrónico que nos circunda, dar un tiempo de calidad a
dejar de pensar en el futuro o el pasado, detenerte a ver, a ser testigo de lo
que ocurre en ese momento de la vida, sin interferir con un pensamiento
crítico, es un buen ejercicio para poder apaciguar la mente, para poder darle
sentido real a la existencia y tal vez desintoxicarnos de la contaminación de
estímulos externos, que sólo sirven para no escuchar nuestra voz interna.
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