miércoles, enero 28, 2015

luna de plata

Luna de plata



Un día, la gente salió a ver la luna, que creció tanto que casi parecía una bola de plata gigantesca. Como era horario estelar de la televisión, el rating se cayó, así fue por más de un mes, la gente sólo salía a ver la luna y dejo de ver televisión. El rating se fue a pique y los patrocinadores se retiraron, la economía se fue al retrete. Pasamos de ser el país de 3 secuestros por hora, al país sin secuestradores, ya que la gente dejo de tener dinero, entonces no había a quien extorsionar. Los políticos preocupados por la crisis económica sacaron su dinero de los corruptos bancos de suiza y se fugaron a países con más tele videntes. La gente se empezó a reunir para ver tal espectáculo gratuito y se dieron cuenta que las diferencias políticas, la clases sociales y la violencia, solo era un invento de la caja plana HD idiota. Pinche luna llena, hija de puta, destruiste un imperio, que imperó en la mente débil de estos pobres mexicanos, nos quitaste tanta estrella de esas que son sin luz propia y sin talento propio, también nos libraste de tanto político corrupto y de un sin fin de productos y medicamentos de mierda y a cambio ahora estamos llenos de lunáticos que leen a Sabines, recitan a Benedetti y entienden a Beethoven. Tenemos exceso de pieles de hombres lobo y muchas escaleras de madera que buscan llegar a ti para conquistarte con una serenata.

armando_vega@terra.com.mx

Ahora algo de Jaime Sabines
Antología poética Jaime Sabines
México, 2005

La luna se puede tomar a cucharadas
o como una cápsula cada dos horas.
Es buena como hipnótico y sedante
y también alivia
a los que se han intoxicado de filosofía
Un pedazo de luna en el bolsillo
es el mejor amuleto que la pata de conejo:
sirve para encontrar a quien se ama,
para ser rico sin que nadie lo sepa
y para alejar a los médicos y las clínicas.
Se puede dar de postre a los niños
cuando no se han dormido,
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos
ayudan a bien morir


Pon una hoja tierna de la luna
debajo de tu almohada
y mirarás lo que quieras ver.
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna
para cuando te ahogues,
y dale la llave de la luna
a los presos y a los desencantados.
Para los condenados a muerte
y para los condenados a vida
no hay mejor estimulante que la luna
en dosis precisas y controladas






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