martes, diciembre 27, 2016

Primera estrella de la tarde


Fue en el año de 1997 cuando conocí por primera vez a Fernando Delgadillo, subí al escenario de la sala ollin Yoliztli al terminar la presentación de su disco primera estrella de la tarde, y ante el desconcierto del público y el propio cantautor me planté en el escenario y le externe mi respeto y admiración por el arte que había presenciado aquella tarde.

Era la primera vez que conocía sus canciones, ya que solo conocía una que por una coincidencia fue grabada en un Casete de la programación de radio educación. Pero con una sola canción, que era la esperada por la mayoría de los asistentes también surgió en el momento de cantarla una comunión de gente que oraba, un canto, un mantra, una voz que era una que al ritmo intermitente de un poema suplicante, mis lagrimas salieron de la emoción de lo que se gestaba en ese santuario de cultura, que tenía de fondo el glifo, iluminado por la luz  de Quetzalcóatl.

Para mí, eso es el arte, cuando la obra se fusiona con tus momentos, tus vivencias, tu sentir, tu visión de la vida y lo que eres en ese instante, y en lo que te conviertes, posteriormente de ser tocado por esa energía transformadora.    

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