Esas sábanas de Satín
Esas que acariciaron tus formas
No puedo si quiera mirarlas
En el contorno que aún forma
Esa tu entrañable figura
Esa taza con la rosa serigrafiada
Está abandonada en el rincón de el olvido
Que no podrá nunca más tener tus labios
Abandonada de tus labios
como abandonaste los míos
Esa puerta de madera oscura
Que al contraste de la luz con tu figura
Eclipsó la luz de mis sueños y anhelos
Cuando saliste por última vez
Cuando entraste para siempre
a mis errabundos y volubles recuerdos
Me amaste en la cocina
Con tu amor depositado en sal y especies
Me amaste en la regadera
Cuando juntos éramos lluvia y humedad
Me amaste en ese jardín donde las flores
Atestiguaron mi verdad, mi felicidad
Tus manos están en cada utensilio
En cada manija de cada puerta
Tus manos están en cada plato
En cada ventana que te reflejo
que pacientemente te espero
Estoy rodeado de ti en esta tu casa
Estoy lleno de ti, sin tenerte conmigo
Me duermo con tu aroma de magnolias
Me despierto con un hueco en la soledad
Me muero de sed, naufragó en el mar de tu vacío
Que valor el mío haber quedado aquí
Que gallardía, que osadía la mía
Pasar cada segundo atrapado
con tu alusivo fantasma
Que me besa en la frente
cuando desconsolado
Agotado de sollozos el sueño me vence
Que entereza la que me representa
Al estar estoico sin derrumbar mis días fríos
Comer en el lugar donde tú sonrisa iluminaba
Bañarme donde tú cuerpo me perteneció
Dormir donde tantas veces en la madrugada
Al abrir los ojos y escuchar tu sereno respirar
Lloraba de felicidad y tomaba tu mano
Sin que tú nunca lo supieras
Que valor, que entereza, que osadía
Estar rodeado de todo lo que eras tú cada día
Atrapado en ámbar para siempre, tu memoria
Tus colores, tus pequeños pasos
Tu risa, tus sueños, el susurro eco de tu voz
Tu elusivo fantasma que me abraza
que me besa y que me dice adiós
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