Hablamos
ya de despegarnos, de vivir el ahora, con todas las ganas nuevas que trae el
presente. sin embargo, como quisiera ciertas emociones que se pierden con los
años, tal vez porque las viejas almas sienten menos o el corazón había sufrido
sin tanta enjundia, que apenas arrancaba. Esas llamadas de 2 horas en una
cabina telefónica que te decía: para continuar deposite son colgar otra moneda
y esa moneda era un 20. Si, tu familia sabía que te acababa de dejar hace unos
momentos, pero era la necesidad de saberte cerca, aunque sólo sea por teléfono,
aunque sea unas horas de pláticas sin sentido, de vida por vivir. un teléfono
que no tenía llamada en espera y que era el único medio de comunicación de
todos los que vivían en casa. Tiempos más cercanos, tiempos más ocres, vacíos
de color, pero de alguna manera más cálidos.
Cuantas
veces en tu llamada de los martes, en esos días de vacaciones de escuela y que
no tenía otra opción que esperar hasta que regresáramos y sólo me llamabas un
día a la semana y ese día era lleno de angustia. Primero, por que no sabías si
ella había llamado mientras la abuela compartía la receta de cierto platillo o
cuando el tío hacia el pedido de telas a su distribuidor. No poder salir toda
la tarde con el corazón en vilo, por si llamabas y la tristeza era absoluta y
el mundo se desmoronaba si no sucedía y al contrario, el mundo tenía sentido,
tenía color si por algunos minutos escuchaba tu voz y que fue de tu día.
Cuantas veces no fui a la esquina de tu casa, solo para verte contestar el
teléfono desde aquella ventana, que hacia que tu pelo brillara más.era tan
común estar juntos 12 horas continuas, que aún era poco el tiempo obtenido y
sólo esperabas que la noche pasara pronto, para verte una vez más en el nuevo
día.
no trato
de vivir del pasado, ni quiero repetirlo. pero es cierto que esas emociones
fueron algo tan único, que son cosas que al recordar, es necesario preguntarse
¿donde se quedaron las viejas cartas, los anhelos, los sueños, las sonrisas,
los suspiros? Será que el airé, la comida y los ríos de la infancia ¿eran más
puros, más reales de lo que desgraciadamente ahora ya no son? Será que ahora se
ama de distinta manera o tal vez se amo demasiado que el corazón y el alma
agotaron su esencia de amar.
Creo que
es común de los mexicanos, vivir a través de nuestros recuerdos, de nuestras
viejas memorias, de nuestros añejos sentimientos. solo espero estar muy
presente hoy mismo, porque no quisiera recordar con la misma melancolía estas
horas medias vivas o medias muertas, sintiéndolas más glamourosas de lo que
están resultando ser. Por eso trato de llevar en estas reflexiones una parte de
mi presente con el fin de hacerlo más entrañable a cada día que lo vivo. Te
mandó un gran abrazo donde quiera que te encuentres, estoy bien, sobrevivo,
como vez amando lo que fui, aún sin
dimitir y mientras el mundo sea redondo, no conozco más camino que seguir de
frente.
armando_vega@terra.com.mx
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