La cultura bélica siempre nos embarra el patriotismo
exacerbado con batallas heroicas, que defienden el honor, que defienden la paz,
que defienden la justicia y que dentro de este sistema de pensamiento aguerrido
y muy bien adaptado por la mayoría, está la verdadera conciencia global.
Se nos muestra en las películas, en las grandes obras
literarias, en los medios de comunicación, en los comics, que la violencia
enfocada a un fin, enfocada a una loable misión es justificable. Pero y los
resultados de esta violencia ¿realmente es la paz? ¿Realmente es el sentimiento
de seguridad que se nos vende? ¿Qué ha pasado desde las batallas de las
termopilas? ¿Qué ha pasado desde las batallas aguerridas de julio cesar o Napoleón? Somos una mejor humanidad. ¿La muerte
de esas personas realmente nos dejó un mundo mejor?
Todas las culturas han tenido diversión en la violencia, ya
sea destrozando y asesinando cristianos en la roma imperial o las peleas de
animales desde siempre en España y México.
Es decir que la naturaleza humana tiene un gusto por la violencia, por
la sangre. Ahora no nos es extraño ver en la televisión gente destrozando su
rostro a golpes por el patrocinio de camionetas, cigarros y bebidas alcohólicas.
ahí nos damos cuenta a qué tipo de personas esta dirigida esta violencia
programada.
El ser humano ha tratado de justificar su espíritu bélico, sus
ganas de autodestrucción, con heroísmo, con banderas con causas justas con
designios de Dios y múltiples pretextos para destruir y matar al vecino.
No hay virtud en matar a nadie, no hay heroísmo en destrozar
otra cultura, otro pensamiento, solo por ser diferente, solo por pensar
distinto. No hay virtud en tener derecho sobre el cuerpo, pensamiento o destino
de ningún otro ser humano o animal. La historia ha demostrado una y otra vez
que la guerra no trae soluciones a nada, porque aún hay más guerras que
soluciones, aún hay más muertos que vivos plenos, felices o en paz.
La solución como siempre es resolver nuestros propios
conflictos internos.
Cuando yo golpe a gente
llenando mis manos de sangre o muchas veces mis zapatos de las patadas que les
di en pleno rostro, en ese momento de adrenalina disfrutaba esa violencia,
porque estaba desquitándome de mis miedos, estaba desquitándome con alguien de
mis debilidades, estaba ocultándome en la violencia el terror que tenia de ser
débil, el terror que tenia de no poder amarme y perdonarme y por supuesto a mi
enemigo le toco pagar los platos rotos.
Después de una búsqueda de mí mismo, de un conocimiento de mi
naturaleza, después de muchas reflexiones, he entendido que la violencia es
impensable en una mente clara y despejada.
No niego que esa violencia aún vive en mí, que es parte de mi
naturaleza, que busca como un animal encadenado liberarse y tomar control de mis
pensamientos y de mi conducta. Pero ahora la puedo ver realmente a los ojos,
ahora puedo entender su naturaleza y con eso entiendo que no debo reprimirla,
ni ignorarla, pero si puedo darle un cause más útil más positivo y encontrarle
ocupación y desfogue a mi violencia esa es mi principal tarea.
armando_vega@terra.com.mx
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