Fui a ver
una de las maravillas en España, así considerada por muchos de los que aman la
belleza, y así me lo pareció, sublime, poética y eterna, como lo es la
pequeña inspiración divina del hombre.
Pero,
aunque he visto las maravillas que el hombre crea, nunca están ni por mucho a
la altura de las que copia, porque el hombre, el escultor, poeta o pintor se
embelesa de la naturaleza que observa o percibe y trata de capturarla para
hacerla eterna.
Es como
el mono que ve las estrellas en el lago y quiere tomar ese reflejo con las
manos, pensando que algo tan hermosos puede ser de su propiedad, pero al ver
que sólo es agua turbia, ante su incipiente deseo de poseerlo.
Veo a la
gente maravillarse por tan inocente intento del ser humano de perpetuar lo que
mira, pero más me maravilla la estupidez de mono, que viendo no ve y escuchando
no escucha.
Cada cosa
que la naturaleza a desarrollado en función de la evolución de la vida misma es
una maravilla en sí. Mientras que el ser humano no sea consciente de lo
increíble que es el sentido del tacto, mientras que el ser humano no sea
consciente de que hay toneladas de agua, océanos que navegan el cielo en nimbus
errantes, mientras que el hombre no sea consciente de la complejidad de los
ojos de una mosca, de las alas de una abeja o una Catarina, como es posible que
sea capaz de apreciar o amar la belleza en su totalidad.
Mientras que sólo se
sorprenda por copias burdas, intentos peregrinos por reflejarla, sólo será el
mono que mirando el estanque Y se lanza a el porque cree que se dará un baño de
estrellas o un baño de luna, solo por
ver un reflejo en la superficie.
Mientras
no encuentres el amor en todo lo que te rodea, es imposible que la belleza
brille ante tus ojos, porque es imposible amar algo que no entiendes, no
comprendes y no conoces.
armando_vega@terra.com.mx
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